LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR

LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR
Damas Legionarias

lunes, 18 de marzo de 2019

CINCO DE LAS MEJORES ESPÍAS SOVIÉTICAS

18 FEBRERO 2016

LAS 5 MEJORES ESPÍAS SOVIETICAS

ALEXANDER KOROLIOV

Recordamos a una serie de mujeres que estuvieron en el KGB durante la primera mitad del siglo XX.


Nadezhda Plevítskaia

Cantaba con el acompañamiento del compositor Serguéi Rajmáninov y el zar Nicolás II la llamó “ruiseñor de Kursk”. Esta joven campesina pasó de ser monja a una de las cantantes más famosas de su época. Tras emigrar a causa de la Revolución de 1917se casó con el general zarista Nicolái Skoblin.
En 1931 ambos fueron reclutados por el servicio de inteligencia soviético. Durante seis años facilitaron información sobre los exiliados rusos en Europa. Su mayor operación fue el secuestro del general Evgueni Míler en 1937 en París.
Lograron con astucia que el dirigente de la organización militar de emigrantes más grande de entonces acudiera a un encuentro con diplomáticos alemanes, que en realidad eran otros agentes soviéticos. Adormecieron al general y lo llevaron a Rusia por vía marítima.
Sin embargo, antes de acudir a la reunión Míler dejó escrita una carta y descubrieron a los espías. Skoblin huyó a España, donde pronto murió. Plevítskaia fue detenida y condenada a 20 años de trabajos forzados. Murió en prisión, en la ciudad francesa de Rennes en 1940.


Zoya Voskresénskaia
Foto: Vladímir Savostiánov

En 1929, con tan solo 22 años, empezó a trabajar en el Departamento de Exterior del Directorio Político Unificado del Estado. La guapa joven fue enviada poco después a Ginebra para ser amante de un general alemán.
Más tarde recordó: “Iré y seré su amante, si es necesario. Luego me mataré. Después de eso dejaron de ofrecerme propuestas de ese tipo.” En la década de los 30 trabajó en Manchuria, Letonia, Alemania y Austria. A principios de junio de 1941, en calidad de oficial de la Sociedad de Relaciones Culturales con Países Extranjeros, la espía asistió a una recepción en la Embajada de Alemania en Moscú, donde fue invitada a bailar un vals con el conde Friedrich Werner von der Schulenburg.
Zoya descubrió que habían preparado un gran número de maletas. Informó de que los alemanes hacían preparaciones apresuradas para evacuar la embajada pero ignoraron su mensaje.
Tras retirarse en 1955 llegó a ser una famosa escritora  de libros infantiles y nadie sabía nada acerca de su vida anterior. En 1990 fue denunciada en una entrevista por el jefe de KGB, Vladímir Kriuchkov.


Margarita Koniónkova
Albert Einstein, E. Einstein y Koniónkov en el jardín de la casa de los Einstein en Princeton en 1935. Foto: TASS

El escultor Serquéi Koniónkov se trasladó a Nueva York con su esposa Margarita en 1923 para participar en una exposición de arte soviético. El viaje acabó durando 22 años: El “Rodin ruso” trabajaba mientras que Margarita abrió un estudio en Greenwich Village en donde conversaba con los políticos estadounidenses más importantes y con sus esposas.
Conoció personalmente a la primera dama Eleanor Roosevelt y tenía acceso a la Casa Blanca. Su objetivo principal fueron los científicos encargados de desarrollar armas nucleares. Margarita era amiga del “padre de la bomba atómica” Robert Oppenheimer y en 1935 conoció a Albert Einstein.
A juzgar por las apasionadas cartas del científico, Koniónkova llegó a ser su último amor. La agente logró reclutar a varios físicos nucleares estadounidenses.
Además, gracias a ella Einstein se reunió con el encargado del espionaje soviético residente en Nueva York. En 1945 los Koniónkov fueron deportados a Rusia. Margarita  murió en 1980.


Elena Modrzhínskaia

A finales de 1940 en una estación de tren de la ocupada Varsovia una mujer que acababa de salir del tren se abalanzó sobre los brazos de un hombre con un ramo de flores. El diplomático soviético, Iván Vasíliev (cuyo nombre real era Piotr Gudímovich) recogía a su supuesta esposa Maria, pero en realidad se veían por primera vez. Ella era la agente Elena Modrzhínskaia.
El objetivo principal de la pareja era descubrir los planes de Alemania respecto a la URSS. El 22 de junio de 1941, un día después del ataque nazi a la URSS, ambos fueron detenidos, ya que a la Gestapo le parecía sospechoso un matrimonio tan agradable. Los interrogatorios no dieron resultados y los cónyuges, así como otros diplomáticos, fueron intercambiados por alemanes detenidos en Moscú. Más tarde, tras su regreso a la URSS, la pareja se casó.


Anna Kamáieva Filonenko
Foto: IvanFM/Wikipedia.org

En otoño de 1941 en el destacamento de operaciones especiales del Comité de Asuntos Internos, donde trabajaba Anna Kamáieva, se entrenaba un grupo de agentes para contrarrestar posibles acciones de los nazis en Moscú.
Anna desempeñaba un papel especial: debía realizar asesinar a Hitler en caso de que fuera necesario. Moscú se defendió y Kamáieva fue enviada a la retaguardia alemana para llevar a cabo actividades subversivas.
En octubre de 1944 fue enviada a México, donde preparaba una operación para liberar de prisión al asesino de Trotski, Ramón Mercader, pero la operación se canceló en el último momento.
Después de la guerra se casó con un agente de inteligencia militar, Mijaíl Filonenko, con quien pasó 12 años en el extranjero y trabajaron juntos como agentes. Primero en Checoslovaquia, luego en China, y desde 1955 en Brasil, donde establecieron una red de agentes secretos.  
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Un micrófono oculto en el despacho del embajador de EE UU, antenas en Cuba y escuchas a Franklin D. Roosevelt
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miércoles, 13 de marzo de 2019

JÓVENES MIEMBROS DE LA RESISTENCIA HOLANDESA SEDUCIÁN A LOS ALEMANES PARA LUEGO ACABAR CON ELLOS


Las niñas de la Resistencia que asesinaban nazis tras prometerles sexo: «Era un mal necesario»

Las jóvenes miembros del Raad van Verzet holandés seducían a los germanos, se los llevaban a dar un «paseo por el bosque» y acababan con ellos por sorpresa

 Resultado de imagen de LA CHICA DEL PELO ROJO II GM

Manuel P. VillatoroManuel P. VillatoroActualizado:Los meses finales de 1944 no fueron los mejores para los soldados nazis destinados en Holanda. Tenían razones para estar preocupados. Mientras el Reich caminaba sin premura (aunque sin descanso) hacia la debacle, una parte de los Países Bajos ya había sido liberada por los aliados y el invierno azotaba con dureza la región. Por si no hubiera ya suficientes razones para preocuparse, la leyenda de la «chica del pelo rojo» se había extendido entre los combatientes. El mito hablaba de una joven de cabello cobrizo que acababa con la vida de los teutones sin piedad alguna y por sorpresa. Parecía que cualquier momento era bueno para caer en las redes de este desconocido diablo carmesí.

¿Había en realidad para tanto? Lo cierto es que sí. Pero no solo por la «chica del pelo rojo» (cuyo nombre verdadero era Hannie Schaft), sino también por las dos lugartenientes con las que contaba esta guerrillera: Freddie y Truus Oversteegen. Las tres formaban una suerte de comando especial que dependía del Raad van Verzet (RVV, la cúpula de la Resistencia holandesa) con un curioso cometido: seducir a soldados nazis en bares y cafés para acabar con su vida en cuanto se hallaran en un lugar apartado. El dato ya sería truculento de por sí, pero lo más llamativo es que las nombradas hermanas apenas sumaban 14 y 16 años durante aquellos tristes días de la Segunda Guerra Mundial. Mención aparte requieren sus misiones de sabotaje perpetradas durante la contienda.

Este grupo, ya famoso gracias a múltiples libros y largometrajes, volvió a ser alumbrado por los focos de la actualidad hace apenas unos meses (en septiembre de 2018, para ser más concretos) cuando los medios de comunicación informaron de que la última de sus integrantes, la en su momento pequeña Freddie, había fallecido a los 92 años. Poco antes, en una de sus últimas entrevistas, la veterana había dejado claro que no se arrepentía de sus actos. «Teníamos que hacerlo. Era un mal necesario. Nadie debería preguntarle a un soldado por sus actos en la guerra», explicó. En el mismo encuentro también reiteró su desprecio hacia aquellos que «traicionaban» a sus compatriotas; sujetos a los que también daban caza en las afueras de Amsterdam.

Niñas «deseadas»

La historia de este trío se ha convertido en una de las más famosas de la Resistencia holandesa durante la Segunda Guerra Mundial. Una suerte de película cuya protagonista principal suele ser Freddie debido a que su caso fue el más llamativo. Sus vivencias en los Países Bajos teutones han sido narradas de un millón de formas. Sin embargo, ella misma separó el mito de la realidad en una entrevista concedida en 2016 al medio en línea «VICE Netherlands». Sus respuestas no tienen desperdicio y, por descontado, muestran la rudeza de una dama que empezó a combatir cuando apenas superaba las 14 primaveras. «Un hombre que llevaba un sombrero se acercó a la puerta y le preguntó a mi madre si podía reclutarnos. Ella estuvo de acuerdo», afirmó la anciana.

Es imposible saber por qué su madre accedió a una petición de este calibre. Aunque lo cierto es que a Freddie no le pareció raro ya que, desde el principio de la contienda, había visto a su progenitora esconder a varias familias judías dentro de su casa: un viejo bajel en el que apenas cabía un alfiler. «Antes de que comenzara la guerra en los Países Bajos, cuando todavía vivíamos en el barco, escondimos algunas personas de Lituania en la bodega. Durante la guerra una pareja judía vivió con nosotros, por lo que mi hermana y yo sabíamos lo que pasaba», explicó. Y todo ello, a pesar de que, desde su más tierna infancia, habían sido educadas en la ideología comunista y aquellos sujetos «eran capitalistas».
Freddie , durante una de sus entrevistas hace apenas unos años
Freddie , durante una de sus entrevistas hace apenas unos años
Quizá por ello, y sin mediar palabra, tanto Freddie como su hermana Truus partieron con aquel misterioso sujeto. Un miembro de la Resistencia que no les prometió oro, pero sí dotarlas de las capacidades necesarias para acabar con el invasor. La pequeña creyó, como ella misma recordó, que comenzarían «una especie de entrenamiento secreto». Y en cierto modo así fue. «El hombre que llamó a nuestra puerta dijo que recibiríamos entrenamiento militar, y nos enseñaron una o dos cosas». Entre ellas destacaron los ejercicios de tiro y la orientación, dos pilares clave para sus futuras misiones. «Alguien nos enseñó a disparar y aprendimos a marchar en el bosque», se limitó a responder la más joven de las Oversteegen.

Con todo, la realidad es que la Resistencia holandesa no pensaba en ellas como asesinas de nazis. «En principio, no nos permitían estar en el bosque cuando había asesinatos. Sentían que no era algo que las chicas deberían ver», añadió Freddie.

Hace tres años, la anciana recordaba todavía la que fue una de sus primeras misiones: vigilar mientras su hermana lograba convencer a un destacado oficial nazi de que se fuera con ella. «Truus le encontró en un bar caro, le sedujo y luego le llevó a pasear por el bosque. Le dijo algo así como: “¿Quieres ir a pasear?”. Y, por supuesto, él quiso», añadió. Después de conseguir que saliera del lugar, otro miembro del grupo les interceptó en el bosque y disparó por la espalda al germano. «El hombre nunca supo qué le golpeó», señaló a «Vice» la mujer. Ella siempre se sintió orgullosa de haber colaborado en esta operación.

El terror nazi de Holanda

Truus y Freddie pronto fueron encuadradas con cinco chicas más, Y entre ellas destacaba Schaft. Todas ellas recibían órdenes del Raad van Verzet (el Comité de la Resistencia). Más conocido como RVV, este grupo se caracterizaba por mantener lazos ideológicos con el Partido Comunista holandés. «Era un grupo de la Resistencia que utilizaba explosivos y armas para combatir a los invasores alemanes», explica la historiadora Kathryn J. Atwood en su obra « Heroínas de la Segunda Guerra Mundial, 26 historias de espionaje, sabotaje, resistencia y rescate».
Hannie Schaft
Hannie Schaft
Esta misma autora es partidaria también de que las mujeres eran muy requeridas entre los partisanos debido a que los soldados alemanes no solían detenerlas ni registrarlas cuando viajaban en bicicleta. Una pequeña ventaja que les permitía trasladar armas y explosivos de un lado a otro sin que nadie se percatase de ello.

Nuestras protagonistas, sin embargo, consiguieron romper los arquetipos de la época y lograron que los hombres les permitieran tomar las armas en favor de su país. «No era frecuente que las mujeres de la Resistencia holandesa se implicaran directamente en el uso de explosivos y armas, pero Hannie, junto a las hermanas Truus y Freddie Oversteegen, comenzó a llevar a cabo sabotajes y asesinatos para el RVV», añade la experta.

Los objetivos principales de los miembros del RVV (y por tanto, de nuestro comando femenino) eran dos. En primer lugar, los altos cargos nazis destinados en Holanda. Y es que ya se sabe: la serpiente deja de ser peligrosa si es decapitada. No obstante, también dedicaban grandes esfuerzos para desenmascarar a los miembros del Movimiento Nacionalsocialista de los Países Bajos (NSB, por sus siglas en el idioma local). Razones tenían de sobra para querer acabar con ellos, pues eran holandeses que se encargaban de localizar a los posibles disidentes y entregarles después a las autoridades nazis. De hecho, también era tristemente habitual que participaran en las torturas a los reos.

Saboteadoras y seductoras

Dentro ya del RVV, nuestras tres protagonistas comenzaron su particular cruzada contra los germanos. Según explica el instituto « Smithsonian» en su obituario sobre Freddie, las chicas se hicieron especialistas en seducir a los nazis de las afueras de Amsterdam para, posteriormente, asesinarles en el bosque. «Las niñas atrapaban a sus objetivos coqueteando con ellos en los bares y pidiéndoles que las acompañaran a dar un paseo. Una vez que estaban fuera y llegaban al lugar, eran fusilados», desvela la reputada institución.

En este punto existen dos versiones. Las que afirman que las pequeñas eran las encargadas de quitarles la vida, y las que creen que de esta cruel tarea se encargaban los hombres.

La incógnita sigue, aunque la propia Freddie desveló en el diario holandés «IJmuider Courant» que había acabado con varios nazis a lo largo de su vida como partisana. «Yo misma he disparado un arma y los he visto caer. ¿Qué había dentro de nosotras en un momento así? Simplemente te gustaría ayudarles a levantarse», afirmó. En todo caso, la joven de las hermanas reconoció en vida que ambas «lloraron mucho» por tener que hacer aquello, aunque también reiteró en multitud de ocasiones que era casi una necesidad. Debían acabar con el enemigo. «Teníamos que hacerlo. Era un mal necesario. Nadie debería preguntarle a un soldado por sus actos en la guerra», incidió.
Soldados alemanes en Holanda
Soldados alemanes en Holanda
Tras la guerra, Freddie matizó para «Vice» que, a pesar de lo que se cuenta, lo más habitual era que ella fuera la encargada de engatusar a los hombres. «Cuando éramos pequeñas ella siempre decía: “Esta es mi bella hermana”. Eso era verdad. Ella era una niña fea, pero era la valiente de las dos», explicó. En sus palabras, formaban un buen equipo. «Era muy buena para hablar en público, algo que le fue muy útil también después de la guerra. Siempre se sabía los discursos de memoria. Nunca necesitó ningún apunte», completó.

Sin embargo, su larga lista de acciones contra el nazismo no se quedaba en ese punto. En las páginas que el « Washington Post» dedicó a Freddie tras su muerte se especifica también que dinamitaron puentes, «dispararon a los alemanes mientras conducían bicicletas» y se disfrazaron para ayudar a huir a muchos niños judíos de Holanda. Por descontado, también hicieron las veces de correo y transportaron armas de un lado a otro de la región sin levantar sospechas.

Aunque, como ellas mismas reconocieron, no eran asesinas sin corazón. En una ocasión, por ejemplo, recibieron la orden de raptar a los hijos del Comisionado del Reich en la región, Seyss-Inquart. La idea era intercambiarlos por algunos presos de la Resistencia que habían sido enviados a diferentes campos de concentración. Ellas se negaron, pues sabían que, si los germanos se negaban a cumplir sus deseos, tendrían que matar a los pequeños. «No somos Hitleritas. Los combatientes de la Resistencia no asesinan a niños», respondieron decididas.
«Cuando éramos pequeñas ella siempre decía: “Esta es mi bella hermana”. Eso era verdad. Ella era una niña fea, pero era la valiente de las dos»
Por desgracia, la tragedia sacudió a estas tres chicas en marzo de 1945, durante una misión que parecía como cualquier otra. En la tarde del día 21, Hannie (que se había teñido el pelo de negro para no llamar la atención de sus enemigos), transportaba un paquete con periódicos clandestinos cuando un grupo de soldados teutones le dio el alto en un control de Haarlem. La pintura de la cabellera no la salvó. Fue capturada, interrogada y torturada con el objetivo de que desvelara dónde diantres se hallaban sus colaboradoras. No lo hizo. Su lealtad fue absoluta. Aunque eso le costaría la vida.
«El 17 de abril de 1945, tres semanas antes de la liberación de los Países Bajos, Hannie Schaft fue llevada hasta las dunas de arena cercanas a Bloemendaal. Un oficial alemán de la SS le disparó, pero solo le rozó la sien. “¡Yo soy mucho mejor tiradora!”, le espetó Hannie. Entonces, un agente del NSB sacó una ametralladora y abrió fuego. Hannie estaba muerta. Su cuerpo fue enterrado a poca profundidad. Tras la guerra, los cuerpos de más de 400 resistentes fueron encontrados en esas dunas, todos hombres salvo una mujer: Hannie Schaft», añade la autora.

La «Chica del pelo rojo» se convirtió desde ese momento en una leyenda para la Resistencia holandesa. Truus, por su parte, dedicó su vida adulta a trabajar como artista y a elaborar esculturas inspiradas en su etapa como guerrillera. Murió en 2016. Freddie pasó sus traumas «casándose y teniendo bebés». Falleció en 2018, y con ella se marchó uno de los últimos testigos del RVV.

ROSA MARIA GARCÍA-MALEA, LA PRIMERA MUJER PILÓTO DE CAZA Y MIEMBRO DE "LA PATRULLA AGUILA"


La primera mujer piloto de caza: «Es un honor representar a España. Somos su imagen»

Entrevista a la capitán del Ejército del Aire Rosa María García-Malea

MADRIDActualizado:

La capitán Rosa María García-Malea, primera mujer en formar parte de la Patrulla Águila, posa con compañeros en la Academia de San Javier (Murcia)

Rosa María García-Malea es la primera mujer española que ha pilotado un F-18, capaz de alcanzar velocidades supersónicas. También es la primera mujer que sabe realizar una interceptación en vuelo y la primera en formar parte de las estrellas de las patrullas acrobáticas del Ejército del Aire, la patrulla Águila.Esta almeriense de 36 años, madre de tres hijos y casada con otro piloto del mismo cuerpo, se convirtió en el año 2007 en la primera española a los mandos de un caza F-18 del Ejército del Aire, y el pasado 30 de marzo fue cuando se produjo su «suelta» como piloto de la patrulla Águila. Recientemente, demostró en San Javier sus habilidades al mando de un «Mirlo», cuando surcó el cielo junto a sus compañeros haciendo acrobacias imposibles. Asegura sentirse «una más» y recuerda cuando sus colegas la bautizaron el primer día que voló sola. Como es costumbre, le echaron dos cubos de agua al bajar de su avión.

-¿Cuándo descubrió que quería ser piloto?
-Siempre ha estado presente en mi cabeza. Desde pequeña siempre he querido ser piloto, militar y del Ejército del Aire. La especialidad de caza y ataque vino después, pero la patrulla Águila, que es lo más conocido del Ejército e incluso de España, siempre ha estado entre mis objetivos.

-¿Qué representa ser la primera mujer piloto de combate del Ejército español?
-Para mí es un privilegio, pero quizá no por ser mujer, sino como el resto de mis compañeros. Formar parte de este equipo es algo exclusivo, no todo el mundo puede. Es un honor ir representando a España. Somos la imagen de un país y de unas personas, fuera y dentro. Es mucha responsabilidad, pero como los demás. No hay nada diferente.

-¿Cuál es su próximo reto?
-Voy día a día y el reto es que la siguiente exhibición salga mejor que la anterior. Paso a paso. Me queda mucho por delante y la temporada de exhibiciones aún no ha empezado y ni siquiera he terminado mi plan de instrucción. Sigo entrenando para conseguir estar a un nivel igual que mis compañeros que llevan muchos años en la patrulla.

-¿Cómo se prepara un piloto de la patrulla Águila?
-Hay unos vuelos que hacemos con doble mando. Llevamos a un instructor detrás, que normalmente es el que hacía lo que vas a hacer tú este año. Hay una serie de vuelos que hay que hacer con instructor, hasta que él considera que ya puedes volar sola. Luego eres tú, tu avión y el resto de la patrulla. Suele ser en el décimo vuelo.

-¿Qué avión prefiere, su «Mirlo» o el F-18?
-Cada momento tiene su avión y ahora mismo estoy en este y me quedo con él, porque estoy viviendo un sueño. Pero para mí el F-18 es muy especial. Tengo 800 horas de vuelo, aproximadamente, con él.
-¿Es fácil compaginar el trabajo militar y su dedicación a la patrulla con su vida familiar?
-Hay que hacer encaje de bolillos. Pero se hace, como en todas las familias. Soy madre de tres hijos y a veces se necesita ayuda porque es difícil compaginar las salidas de la patrulla, los viajes, misiones en el extranjero... Pero se hace y se puede con ello.

lunes, 11 de marzo de 2019

EL MISTERIO DE LA MILICIANA DESCONOCIDA RESUELTO, SE LLAMABA PILAR PÉREZ LLOPIS


Desvelado el misterio de la miliciana desconocida

Tras dos décadas de investigación, Manuel García ha descubierto al fin que su madre Pilar fue la combatiente que apareció en la portada del 14 de abril de 1936 en ABC

 Pilar Pérez Llopis, en el campanario empuñando sui fusil

Manuel P. VillatoroManuel P. Villatoro
Actualizado:

Toda buena historia merece un comienzo a su altura. Y la que hoy ocupa estas líneas cumple tan a rajatabla esa premisa que bien podría empezar como los cuentos de Charles Perrault… Había una vez, allá por septiembre de 1936, una joven miliciana de mono azul y alpargatas de cinta blanca que, en plena Guerra Civil, recibió la visita de un fotógrafo mientras se hallaba en el frente de Aragón. Aunque en la actualidad es imposible saber por qué (quizá por su buena planta, quizá por la mera casualidad), al reportero le llamó la atención la fuerza que inspiraba y decidió hacerle una fotografía en lo alto de un campanario.
Fusil en mano, la chica quedó inmortalizada para siempre recostada bajo la campana de la torre. La instantánea debió gustar al editor de ABC, el diario para que el que trabajaba el periodista, pues la ubicó en una posición inmejorable: la portada del periódico del 14 de octubre.

Sin nombre

La pega fue que, en el texto que acompañaba a la instantánea, el fotógrafo no incluyó el nombre de su modelo. Así pues, aquella joven pasó a la historia como «una miliciana» que «vigila el campo enemigo desde la torre de la iglesia de un pueblo aragonés». Una combatiente anónima, entre otras muchas. Después los caminos de ambos se separaron. El periodista obtuvo su trofeo y, tras publicarse, el retrato se perdió en los archivos.

Sin embargo, aquella sesión impactó lo suficiente a la joven como para que, décadas después, y ya con alguna que otra cana, le contara a uno de sus hijos que había sido portada de un diario con tanta solera como ABC. Ese chico es el hoy abogado de 72 años Manuel García. El mismo hombre que, durante dos décadas, buscó desesperado la imagen sin éxito. ¿Recordaba mal su madre el nombre del diario? ¿La historia había sido producto de su imaginación?

Todas estas preguntas rondaban por la cabeza de Manuel cuando, hace apenas un mes, vislumbró en la prensa local la portada del nuevo libro de Pedro CorralEso no estaba en mi libro de la Guerra Civil», Almuzara, 2019). Una bella composición elaborada por Antonio Cuesta que muestra a una miliciana enarbolando un fusil y sentada en lo que parece ser una torre. Aunque sin campanas. «Vi su cara. Era ella», afirma a este diario.

El rompecabezas empezaba a tomar forma, aunque faltaban piezas. Emocionado, contactó con la editorial, desde donde le corroboraron que, efectivamente, se habían basado en una instantánea en la que había una joven y un campanario para hacer la cubierta. También le informaron de que el retrato había sido comprado en Estados Unidos. Pero la mayor parte del trabajo ya estaba hecho y, tras unas rápidas pesquisas con el autor de la obra, pudo hallar la página perdida de ABC con su madre posando.

Misterio descubierto

Con ello desveló un misterio (el nombre de la miliciana, Pilar Pérez Llopis, fallecida en 1999) y demostró algo que todos sabemos, pero que en ocasiones olvidamos: las madres siempre tienen razón. El punto y final del cuento bien podría haberse puesto aquí, pero dos décadas de investigación dan para mucho y han permitido averiguar a Manuel, el mismo que hoy mira ilusionado la instantánea en la sede de ABC y apenas puede hablar debido a la emoción, que su progenitora tuvo un papel destacado en la Guerra Civil.

Gracias a sus pesquisas ha descubierto, por ejemplo, que la mujer que le crió (a veces con mano dura, pues recuerda que era una dama «de armas tomar») apareció también en la portada de La Vanguardia del 20 de septiembre de 1936 y que, según una entrevista que le hizo el mismo diario durante la contienda, tuvo el honor de ser la «primera mujer de España oficialmente sargento».

Instantáneas de Pilar Llopis
Instantáneas de Pilar Llopis - GUILLERMO NAVARRO
Así lo confirma a ABC, entre recortes de periódico, fotos y alguna que otra lágrima de ilusión por tener el privilegio de estar en la misma sala que Manuel, el periodista e investigador Pedro Corral. «En septiembre de 1936 el presidente Largo Caballero acababa de disolver el ejército para expulsar a todas las unidades que habían participado en la sublevación y lo había refundado con el nombre de Ejército Popular de la República. Sin duda fue su primera suboficial», explica.

Pasar página

Gracias al mismo artículo, este abogado también ha descubierto cosas que su madre jamás le había contado, como que ayudó a desenmascarar a dos militares que pretendían pasar al bando franquista y que colaboró de forma activa en batallas acaecidas en Aragón. Algo que, en palabras del escritor, no era habitual. «A pesar de la propaganda, la mayor parte de las milicianas actuaban en retaguardia limpiando, cosiendo o fabricando munición», completa.
Cuando fue entrevistada, Pilar se había convertido en la responsable de intendencia del batallón de Milicianos Pablo Iglesias, y cumplía su cometido con mano de hierro. «No toleraba que las milicianas fueran a lucir el uniforme y la pistola, las organizaba para que trabajaran», añade Manuel. Tras la guerra, sin embargo, decidió abandonar aquella vida y apenas habló de sus gestas con sus hijos. «Pasó página, para ella eran cosas del pasado», completa.

García y Corral, durante la entrevista
García y Corral, durante la entrevista - GUILLERMO NAVARRO
Su familia, eso sí, es un ejemplo de libertad de opinión y de hermanamiento. No en vano, su marido (capitán republicano) trabajó tras la contienda para el gobierno de Franco y pasó de votar a Adolfo Suárez, a depositar su confianza en José María Aznar. «Aunque ella siempre fue de izquierdas, en casa jamás escuché una discusión política», finaliza su hijo.

El mito de las amazonas republicanas

La historia de las milicianas republicanas navega entre la realidad y el mito. Cuando comenzó la Guerra Civil se multiplicaron las imágenes de mujeres anarquistas, comunistas y socialistas armadas y preparadas para enfrentarse al enemigo. La estudiosa del feminismo Mary Nash, sin embargo, afirma en sus obras que esta apariencia de guerreras no era más que mera propaganda que buscaba llamar a los hombres a alistarse y que solo una minoría de chicas empuñaron un fusil.
No obstante, eso no impidió que algunas como Rosario La Dinamitera o Casilda Méndez participaran de forma activa en la contienda y se hicieran famosas. Tras la refundación del Ejército Popular, Francisco Largo Caballero insistió en que se retiraran y llevaran a cabo labores como fabricar munición, ensamblar aviones, trabajar en fábricas textiles o lavar la ropa de los militares. Al final, y por desgracia, se las llegó a equiparar con prostitutas desde ambos bandos para favorecer su marcha de la primera línea. No obstante, eso no impidió que fueran determinantes en este período.

domingo, 10 de marzo de 2019

UN CONDUCTOR SUFRE EN UN AMAGO DE INFARTO AL VOLANTE Y UNA GUARDIA CIVIL CUIDAD DE SU BEBE


Una guardia civil cuida de un bebé cuyo padre había sufrido un amago de infarto al volante

El gesto de la agente ha recibido cientos de comentarios que aplauden lo que hizo

 

Actualizado:

El gesto de una agente de la Guardia Civil está siendo aplaudido por cientos de usuarios en Twitter. La Benemérita ha compartido una imagen en la que se ve a una agente del Subsector de Tráfico alimentar a un bebé cuyos padres estaban siendo atendidos por los agentes, después de que el progenitor hubiera sufrido un amago de infarto mientras conducía.

«Su papá había sufrido un amago de infarto mientras conducía y la mamá estaba nerviosa. Nuestra compañera del Subsector de Tráfico de la @guardiacivil de #LasPalmasGranCanaria no dudó en hacerse cargo del bebé y darle de comer. Un auxilio en carretera de lo más peculiar», recoge la publicación.

La publicación ha recibido casi dos mil retuits y cientos de comentarios de personas que aplauden la labor de la agente. «Esos gestos salen del corazón, como no podrían ser de otra manera, gracias a todos y todas», «una imagen vale mas que mil palabras, orgulloso de nuestra Guardia Civil...», «bravo a la Benemérita» son algunos de ellos.


viernes, 8 de marzo de 2019

AMAZONAS DE DAHOMEY

Las Amazonas de Dahomey, el temible ejército de mujeres soldado

Amazona de Dahomey
Amazona de Dahomey
Frecuentemente, sobre todo desde el punto de vista de los hombres, tendemos a pensar que las mujeres son alguna cosa tierna y delicada para las que la rudeza del ejército y la guerra es algo que no va con ellas. Ello, a parte de ser un prejuicio machista y una falacia transmitido de generación en generación, implicó, por ejemplo, que cuando se admitió a las mujeres en el ejército español se levantara una agria polémica al respecto de la conveniencia de que la féminas pudieran hacer la guerra igual que los hombres. Sin duda, los que pusieron reparos a este ingreso no conocían ni por asomo a un ejército formado exclusivamente por mujeres que fueron capaces de poner en un brete a todo un ejército francés. Me refiero a las temibles Amazonas de Dahomey.
Ubicación de Benín en África
Ubicación de Benín en África
Durante los últimos siglos -personalmente ignoro porqué- se ha producido una oposición a que tanto el colectivo gay como el de las mujeres participaran de ninguna forma en el ejército, dando por sentado que el "arte" de la guerra era exclusivo de los hombres heterosexuales, aunque ejemplos históricos hay que demuestran lo contrario (ver La temida y épica bravura de un ejército gay). En el caso de las mujeres, un mayor tamaño y capacidad física de los hombres podría tener cierta lógica en un combate cuerpo a cuerpo, pero seguro que no era eso lo que pensaba, en 1890, el ejército francés que estaba en la costa de lo que hoy en día es Benín.

Soldados de Dahomey
A finales del siglo XIX, África se había convertido en un pastel que ansiaban todas las potencias (y no tan potencias) europeas y cada cual luchaba por hacerse con un trozo de este continente (ver La macabra innovación española de bombardear con gases asfixiantes la población civil). La mayoría de las veces, la conquista de grandes territorios no era demasiado problemático habida cuenta la brutal diferencia militar entre las tribus nativas y los colonizadores europeos. No obstante, en el golfo de Guinea había un reino llamado Dahomey cuyos habitantes eran famosos por su bravura y sus pocas consideraciones para con sus vecinos, con una particularidad especial: su ejército estaba formado casi en una tercera parte por un regimiento exclusivamente de mujeres, que se destacaban por su especial fidelidad, bravura... y crueldad.

Amazonas de Dahomey
El insólito grupo armado femenino -llamadas "amazonas" por los occidentales y "mino" por los nativos- estaba formado por hasta 6.000 mujeres perfectamente equipadas y entrenadas para enfrentarse cuerpo a cuerpo contra los peores enemigos, armadas con sus mosquetes y, sobre todo, con sus afiladas espadas de doble filo con las cuales no dudaban en rebanar el gaznate de cualquier enemigo que se le pusiera por delante. Tal era el grado de confianza en este batallón que los reyes de Dahomey las tenían como un cuerpo de élite dedicado a su defensa personal desde principios del siglo XVIII.

Guardiana del rey
El sistema de reclutamiento era bastante particular. Por un lado, lo más normal era que fueran voluntarias, deseosas de dejar su sangre en esas selvas de Dios por el rey del momento (ver La Devotio Ibérica o la costumbre hispana de seguir al líder hasta la muerte); por otro lado, se escogía entre las mujeres menos agraciadas del harén del rey -como no fueras muy guapa y no tuvieras hijos, lo llevabas crudo- y, para acabar, se obligaba a enrolar en este grupo -a modo de correccional- a las mujeres demasiado rebeldes y que daban problemas a sus familias y maridos, los cuales habían llevado su queja al rey. Un elenco de dulces e indefensas féminas, definitivamente.

Comandante mino
El entrenamiento a que estaban sometidas era exactamente igual al de los hombres pero, encima, se les adiestraba especialmente para eliminar cualquier atisbo de piedad y humanidad que fuera un contratiempo en su ataque. Para empezar, en las maniobras que hacían en presencia del rey, se les hacía saltar por encima de barricadas hechas con ramas de acacia -que eran peor que las concertinas actuales por sus espinas de un palmo- pasándolas como si fueran por la rambla. Para seguir, se les hacía tirar con sus manos a los prisioneros desde una plataforma a varios metros de altura para estamparlos contra una peña y, como colofón, a las amazonas que no habían matado a nadie, les obligaban a matar a machetazos a un prisionero y, acto seguido, cortarle la cabeza; afición esta última que tenían muy arraigada cuando entablaban batalla con sus enemigos.

Las mino eran un grupo de élite
En esta situación, cuando el rey de Dahomey, Behanzin, declaró la guerra a los franceses en 1890, el ejército galo, formado por unos 800 hombres -sobre todo fusileros de Senegal y Gabón (llámalos tontos a los europeos)- creyó tener la partida ganada contra 8.000 soldados mal equipados de los de Behanzin.

¿Dulces damiselas?
No obstante, cuando se encontró cara a cara con el ejército de Dahomey, se encontró con que, a parte de los fieros soldados varones, se enfrentaban a algunos grupos de mujeres armadas que no dudaban a enfrentarse cuerpo a cuerpo contra las bayonetas francesas, haciéndolos retroceder constantemente; según cuentan los cronistas, los franceses -acostumbrados a luchar únicamente contra hombres- se paralizaban ante el ataque de las mujeres, ya que no esperaban el ataque de "dulces damiselas".

Finalmente, tras cuatro años de luchas, Dahomey cayó en poder francés. Sus ejércitos, especializados en el cuerpo a cuerpo letal pero mal preparados en la batalla armada (los franceses disparaban desde el hombro, mientras que los Dahomey disparaban desde la cintura) cayeron como moscas ante el fuego galo, siendo las Amazonas las últimas en rendirse.

El rey Behanzin, capturado
Behanzin fue capturado y con él se disolvió el regimiento de mujeres, las cuales, acostumbradas a la vida guerrera, se adaptaron mal a la vida civil, con episodios de depresión, alcoholismo o directamente locura, similar a lo que vivieron muchos años después los veteranos de Vietnam. Aún así, algunas adolescentes mino, aún vivieron lo suficiente para ver cómo su país obtenía la independencia de nuevo en 1960, esta vez bautizado como Benín. Con todo, la última Amazona de Dahomey, llamada Nawi, murió en 1979.

Todo un ejemplo de cómo, cuando se lo proponen, las mujeres nos superan a los hombres en todo.

Incluso en lo malo.
 
Veteranas de las Amazonas de Dahomey

LA SENADORA MARTH McSALLY, PRIMERA MUJER PILOTO DE COMBATE, DENUNCIA SU VIOLACIÓN CUANDO SERVIA EN LAS FUERZAS AÉREAS

Una senadora republicana revela que fue violada cuando era piloto de la Fuerza Aérea de EE UU


Martha McSally, la primera mujer piloto de combate en la Fuerza Aérea de Estados Unidos, afirmó ayer que fue atacada y después violada por un oficial superior. La senadora de 52 años sacó a la luz el suceso durante una audiencia del Senado destinada a prevenir las agresiones sexuales en el Ejército. McSally decidió no denunciar el suceso en su momento debido a su falta de fe en el sistema. “Me culpé a mí misma. Estaba avergonzada y confundida. Pensé que era fuerte, pero me sentía impotente”, testificó la senadora de Arizona. “Los responsables abusan de su posición de poder de manera profunda y en un caso fui atacada y luego violada por un supervisor”, señaló McSally durante una audiencia en el Senado.
Sus palabras suponen un nuevo frente para el Ejército de EE UU, donde las agresiones sexuales apenas llegan a denunciarse. “Permanecí en silencio durante muchos años, pero más adelante en mi carrera, cuando los militares lidiaron con los escándalos y sus respuestas fueron totalmente inadecuadas, sentí la necesidad de que algunas personas debían saberlo: yo también fui una superviviente”, recalcó ante la audiencia ante la subcomisión de Servicios Armados del Senado.
Este caso recuerda al escándalo que vivió el Ejército estadounidense en 2017 con la creación de una página privada de Facebookcon más de 30.000 participantes en la que se divulgaron cientos de fotografías de marines desnudas. El Departamento de Defensa abrió una investigación y confirmó que las víctimas, pertenecientes al cuerpo de los marines, fueron identificadas con nombre y apellidos en comentarios de alto contenido sexista y violento, e incluso revelaron su rango dentro del Ejército y su localización. El caso acontecía dos años después de la iniciativa de la Administración de Barack Obama, que abrió en 2015 todos los puestos del Ejército a las mujeres, incluidas las posiciones de combate. El acoso a las marines representa un episodio más en la batalla por terminar con las agresiones sexuales en las filas estadounidenses.
“Me horrorizó la forma en la que se manejó mi intento de compartir mis experiencias en general”, subrayó la senadora quien añadió que estuvo cerca de abandonar la Fuerza Aérea tras 18 años debido a este episodio. “Como muchas víctimas, sentí que el sistema me estaba violando de nuevo”, lamentó.
Por su parte, la ex pilotó alentó a los oyentes a exigir que los funcionarios de mayor rango sean parte de la solución. “Los comandantes no deben ser exculpados de la responsabilidad en la toma de decisiones de prevenir, detectar y procesar el acoso sexual militar”.
La portavoz de la Fuerza Aérea, Carrie Volpe, señaló en un comunicado que “estamos consternados y profundamente arrepentidos por lo que experimentó la senadora McSally y la apoyamos tanto a ella como a todas las víctimas de agresión sexual. Somos firmes en nuestro compromiso de eliminar este comportamiento y el abuso de confianza en nuestras filas”.
Estas declaraciones llegan dos meses después de que la también senadora republicana Jani Ernst, una veterana del Ejercito, compartiera públicamente que había sido victima de un caso de violación en su época universitaria y que su ex marido había abusado físicamente de ella.
McSally sirvió en el Ejército durante 22 años. Su primer logro fue ser la primera mujer en pilotar un caza de combate, una actividad prohibida en Estados Unidos hasta 1994. En 2010 fue nombrada coronel antes de retirarse, convirtiéndose así en una de las mujeres piloto con mayor rango en la historia de la Fuerza Aérea estadounidense.
McSally es una republicana del estado de Arizona que, tras abandonar la aviación miliar, cumplió dos mandatos en la Cámara de Representantes de EE UU. En diciembre, tras perder ante su rival demócrata, fue nombrada por el gobernador del Estado para ocupar el escaño en el Senado del fallecido John McCain.

CUATRO MUJERES SOLDADO HABLAN SOBRE LA VIDA DE LA MUJER EN EL EJÉRCITO

Los nombres de mujer en el Ejército en Salamanca

Ingenieras militares, con bagaje en misiones y puestos de mando, hablan: “La mayor aportación de la mujer a las Fuerzas Armadas es el hecho que nos diferencia: cualidades organizativas, conciliadoras, sensibilidad y empatía”

Noelia Burcio, Cristina Ramos y Sofía Monroy, ingenieras militares del Regimiento de Salamanca. | almeida

Setenta kilómetros de carrera por la zona más árida de Almería. “La Desértica” es una las carreras legionarias de ultrafondo más duras de España, con una brutal exigencia física pero sobre todo mental. Para las cabos primero Sofía Monroy y Noelia Burcio, de 43 y 42 años, del Regimiento de Ingenieros de Salamanca, no hay reto insuperable. El pasado fin de semana los 50,5 kilómetros de la carrera “Cuna de la Legión” en Ceuta seguro les supieron a poco, tras “La Desértica”. Estas compañeras iniciaron carrera militar hace dos décadas compartiendo habitación con literas en el Arroquia. Por entonces pocas mujeres pisaban los cuarteles. A las puertas del Día de la Mujer Trabajadora y 30 años después de la incorporación de la mujer al Ejército, tres militares ingenieras nos hablan de lo que supone la presencia femenina en las Fuerzas Armadas.

“Cuando yo vine éramos unas treinta mujeres. Había muy poquitas. Mi padre me decía que dónde iba con veinte años. Sí que es verdad que al principio los hombres no sabían cómo tratarte y estaban a la expectativa, pero poco a poco se fueron adaptando. Yo era la única de una sección pero el trato siempre fue impecable, nunca he tenido problemas con los compañeros de la sección”, relata Monroy, experta en el manejo de todo tipo de vehículos y maquinarias, desde autobuses, camiones con remolque, volquetes con arena... No hay carné de conducir que se le resista. Zamorana de nacimiento, atraída por esos anuncios que escuchaba en la radio, se animó a inscribirse en el Ejército. “Al principio no sabía si me adaptaría a la disciplina militar pero fue bien porque soy bastante tranquila. Soy muy sacrificada, me gusta el compañerismo y vine al Regimiento de Ingenieros con la plaza. Sabía que se salía mucho de misión y que tenía opciones de conducir vehículos y máquinas”, cuenta la cabo primero que ya ha logrado la permanencia y se siente feliz con su “familia militar”. Eso sí, no descarta cambiar de destino y conocer otra unidad.

“Me sorprende que en 30 años una institución tan masculina como el Ejército se haya adaptado tan bien al cambio y a la llegada de la mujer”, opina su compañera Noelia Burcio, cacereña y militar vocacional con cinco misiones en su currículum, que tiene claro que la “mayor” aportación de las mujeres en 30 años en las Fuerzas Armadas es el hecho que las diferencia: “Son nuestras cualidades organizativas, conciliadoras, la sensibilidad, la empatía... El Ejército no tenía el punto de vista que teníamos nosotras. Le hemos aportado lo que les faltaba a ellos”, responde la cabo primero que defiende el trato recibido por el personal más veterano. “Algunos llevaban 40 años de carrera militar sin mujeres y los dos últimos años cuando llegamos nosotras se adaptaron muy bien. Es cierto que no sabían cómo tratarnos y tenían un cuidado tremendo. Nunca he vivido algún episodio en el que me haya sentido discriminada o incómoda”, responde la ingeniera militar de Carcaboso que ha acudido a misiones en Kosovo, el tsunami de Indonesia, el terremoto de Pakistán, y las últimas en Afganistán e Irak.

“No tengo que ser como un hombre, pero eso sí, tengo que llegar donde llegan ellos. Para eso me tocará entrenar más o ingeniármelas. Y ellos llegar donde llego yo”, subraya. Tras cinco años montando puentes, y otros tantos en obras en el batallón de Caminos, ahora ha pasado a asuntos institucionales y protocolo, pero tiene muy claro que su mochila la lleva ella: “Igual tardo dos minutos más en mover una pieza porque pesa pero nunca he dejado que me la lleven. Es cierto que el nuestro es un trabajo muy físico, sobre todo duro cuando montamos puentes, pero entrenaba mucho más para hacer lo mismo que un hombre”.

En las diferentes secciones y batallones del Regimiento de Ingenieros de Salamanca impera la jerarquía militar y no el sexo: “El que manda no es una mujer, sino una teniente o cabo primero”, matiza Noelia Burcio, que ha sido jefa de pelotón. “Hay gente que no le gusta que le mande, pero no por ser mujer sino porque no le gusta que le mande nadie. No ha sido por un tema de género”.
“Cuando yo vine éramos unas 30 mujeres. Al principio no sabían cómo tratarte pero se adaptaron bien”

Su compañera, la teniente Cristina Ramos, forma parte del Regimiento REI 11 desde hace 16 años. Esta criminóloga salmantina ejerce en la actualidad de jefa accidental de la compañía de la plana mayor de servicios del batallón de Castrametación. Ya en su primera misión en Afganistán en 2005, tan sólo 20 días después de haber llegado de la academia de Zaragoza, se encargó de mandar la sección de electricistas y fontaneros. “Tenía profesionales muy bien preparados. Sabían lo que tenían que hacer y funcionó todo muy bien”, destaca la teniente que pasó dos veces por Afganistán, ha estado en Hoyo de Manzanares en dos comisiones de servicio formando a tropa y acudió a los incendios de Galicia con la sección de ingenieros para preparar cortafuegos.
“No tengo que ser como un hombre, pero sí tengo que llegar donde llegan ellos. Para eso me toca entrenar más”

“Aquí no hay que demostrar más por ser mujer. Se valoran las acciones de la persona”, responde la ingeniera militar, para quien la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas “aporta una normalización de la sociedad”. Ramos se queja de la imagen distorsionada que se tiene fuera de lo que se hace en el Ejército: “Nosotras hacemos las marchas, las pruebas de unidad, vamos al tiro todos juntos. No hay división en cuestión de género y hay mandos tanto masculinos como femeninos”.
Para Cristina Ramos la experiencia más satisfactoria ha sido “conocer a gente con mucha profesionalidad”. “El compañerismo es el mejor valor aquí, además de la educación y la disciplina”, responde la teniente que entró en tropa “para probar” y ahora no concibe su vida sin el Ejército.
Lo mismo les pasa a las cabos primero Monroy y Burcio, orgullosas de ponerse cada día el uniforme militar, que coinciden en que lo mejor de su trayectoria ha sido “salir de misión”.
“Aquí impera la jerarquía no el sexo. El que manda no es una mujer sino una teniente o una cabo primero”

“Es todo lo que se crea cuando vas de misión. El compañerismo, el sacrificio... nunca llegas a saber todo lo que el cuerpo aguanta. Me gustan los retos, las carreras de ultrafondo y soy muy optimista”, confiesa Sofía Monroy, que con una hija de ocho años ha podido disfrutar de la conciliación tanto con flexibilidad horaria como con reducción de jornada, algo que hace años no existía. “He tenido compañeras que no la han podido disfrutar y no cabe duda de que es un avance”, destaca.
A Noelia Burcio todas las misiones, “hasta la peor de todas”, le han aportado una gran experiencia vital, sobre todo a la hora de convivir con otras personas y otras culturas. “En Afganistán registraba a las mujeres civiles que entraban a la base a trabajar. Pasaba el detector de metales a mujeres con burka dos o tres veces al día y eso tiene un peso psicológico porque tienes miedo. Unas misiones son duras en ese sentido, pero las de ayuda humanitaria te hacen valorar muchísimo más lo que más tienes”, reconoce la ingeniera militar que no olvida esas navidades en un país devastado por el tsunami como Indonesia.

La diferencia por género se diluye aún más cuando los militares acuden a una misión. “Cuando fuimos a Besmayah, en Irak, a construir la Base Gran Capitán, los ingenieros éramos los últimos en alojarnos y estábamos en tiendas. A nosotras nos ofertaron vivir donde estaban las otras mujeres y preferimos quedarnos en las tiendas con nuestra unidad. Quieres estar con tu gente. Al final sufres lo mismo y es lo que te une y te hace más llevadera la misión”, relata la cabo primero cacereña, que recuerda como una mera anécdota el hecho de tener que compartir las instalaciones de baños y duchas con los hombres. “Se normaliza tanto que nadie tiene en cuenta nada”.
El hecho de ser militar y mujer tan sólo les chocaba a los proveedores iraquíes musulmanes con los que estas ingenieras militares salmantinas tenían que tratar a diario de tú a tú. “Se extrañaban por tener que negociar con mujeres, algo que en su cultura es impensable, y no les gustaba porque nosotras somos más inflexibles que los hombres”, revelan entre risas. Es tiempo de las mujeres, como dice la campaña estatal para el 8M. También en el Ejército.