LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR

LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR
Damas Legionarias

miércoles, 27 de febrero de 2019

EL ANTIGUO EGIPTO DE NEFERTITI

El Antiguo Egipto de Nefertiti

La tumba donde descansa el cuerpo de Nefertiti sigue siendo un misterio en pleno siglo XXI, a pesar de que muchos egiptólogos siguen pensando que fue enterrada en el Valle de los Reyes. Esta mujer misteriosa, inteligente y hermosa a partes iguales, fue capaz de atesorar un poder solo comparable al que ejercían los faraones.

El Cairo es la capital de Egipto y su ciudad más importante. Su fundación se remonta al año 116 a.C., pero no se convierte en capital del país hasta 1952. Su nombre se debe al califato fatimí, que controló el norte de África desde el 909 al 1171 y que llamó a la ciudad  Al-Qahira.

Nefertiti

Los egipcios adoraban a varios dioses, pero el principal, el que prevalecía por encima de los demás, era el gran Amón-Ra. Su importancia traspasó fronteras, llegando a Roma como Júpiter o a Grecia como Zeus.

Los sacerdotes adquirieron cada vez más poder y llegó un momento en que estaban prácticamente a la misma altura que el faraón. Las riquezas y el poder se vieron acompañados por la corrupción, que acabó impregnando la casta sacerdotal de un modo casi absoluto.

Amenophis III


Amenophis III fue uno de los hombres más poderosos de Egipto, IX faraón de la dinastía XVIII, comenzó su reinado con tan solo doce años y lo convirtió en una de las épocas más prosperas del antiguo Egipto. Une su vida a la reina Tiy, con la que tiene tres hijos, entre ellos Akenatón. Este faraón reina durante 37 años.

Nefertiti y Akenatón


Nefertiti pertenece a una familia de clase alta, por lo que se relaciona con los nobles de la época, incluso con la familia real. Es una mujer de gran belleza y en esa época se pensaba que ese era un favor que otorgaban los dioses a las personas elegidas, por lo que la belleza se convertía cuasi en un signo de divinidad.

Nefertiti y Akenatón con dos de sus hijas en brazos
Nefertiti y Akenatón con dos de sus hijas en brazos

La reina Tiy detentó mucho poder en Egipto, se piensa que tanto como el rey. Se barajan varias hipótesis en cuanto a su relación con Nefertiti, una de ellas es que fuese hermana de su padre, es decir, tía suya; otra es que Nefertiti hubiese crecido en palacio, al perder a su madre siendo una niña de corta edad, en relación estrecha con los hijos de los reyes. Entre ellos se encontraría Akenatón, con quien es prometida a edad muy temprana. Akenatón no es el príncipe heredero, pero la muerte de su hermano le empuja a un nuevo destino, el de regir los caminos de Egipto.

Akenatón y Nefertiti unen sus vidas siendo apenas adolescentes y poco tiempo después Akenatón se convierte en faraón, cambiando el rumbo de Egipto. Estos dos jóvenes, con todo el poder en las manos, decidieron que las tradiciones debían dejar paso a otra visión del mundo y de la religión, lo que les granjeó numerosos enemigos, entre ellos la casta sacerdotal casi al completo, a la que arrebataron gran parte de su riqueza y privilegios.

En busca de otro dios


Los jóvenes reyes le dan la vuelta a todo, dejan de lado a los dioses que hasta ese momento habían reinado en Egipto y con un atrevimiento sin límites, deciden que tan solo existe un dios: Atón, el dios Sol. A continuación, se marchan de Karnak y crean una nueva capital, Ajetatón, en la actual Amarna. Allí forman su hogar y tienen 6 hijas, todas niñas, lo que deja el trono sin un heredero.

Tutankamon, el hijo de Akenatón


El hijo varón no llega para Nefertiti y su marido acaba teniendo relaciones con su hermana, algo usual en aquellos años, que sí le da un heredero: Tutankamon. El pequeño pierde a su madre muy pronto y Nefertiti lo acoge y crece junto a sus cinco hijas. Anjesenpaatón, la tercera de ellas, es prometida con Tutankamon. De algún modo, la historia de Nefertiti se volvía a repetir de nuevo con el hijo de Akenatón.

La extraña desaparición de Nefertiti


La última aparición de la reina Nefertiti es en el año 14 del reinado de Akenatón, a partir de ahí su pista se pierde totalmente. No se sabe si fallece de manera repentina o alguna otra causa hace que se pierda su rastro. Tampoco se conoce su edad exacta, aunque se cree que podría rondar los 35 años.

Busto de Nefertiti en el Neues Museum, Berlín.
              Busto de Nefertiti en el Neues Museum (Berlín)

Sin embargo, cuando parece que esta extraordinaria mujer ha finalizado su andadura por la historia, se localiza una estela en Amarna con inscripciones que indican, o al menos es lo que opinan distintos investigadores, que Nefertiti no falleció en la fecha indicada, sino que asumió todavía más poder, convirtiéndose en corregente de Akenatón y compartiendo su reinado como un igual, bajo el nombre de Neferneferuatón.

Este reinado conjunto duraría 5 años, hasta la muerte de Akenatón, que trajo tras de sí una gran revuelta, estallando todo el descontento que el faraón había provocado con sus radicales cambios. La ciudad es abandonada y las tradiciones vuelven a ocupar su lugar. No se sabe cuál fue el destino de Nefertiti, pero sin lugar a dudas, esta hermosa mujer tuvo en sus manos un enorme poder y supo reinventarse a sí misma una y otra vez.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados
 
 

LA MUJER JUDÍA EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

LA MUJER JUDÍA EN LA ESPAÑA MEDIEVAL


 CANTERA MONTENEGRO, Enrique: “La mujer judía en la España medieval”, en: Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.ª Medieval, nº 2 (1989), pp. 37-63.

Las mujeres judías se encontraron en una posición de inferioridad jurídica respecto del hombre en el seno de la familia y la sociedad durante toda la Edad Media.
Debido a que el matrimonio es considerado por la cultura judía como el estado social perfecto, las mujeres eran educadas para el matrimonio y la maternidad. La perpetuación del linaje y del grupo eran elementos indispensables para la sociedad medieval judía, por lo que, el mayor honor de las mujeres era dar descendencia a su marido. Si un hombre moría sin descendencia, la viuda debía casarse con su cuñado para perpetuar el linaje de su difunto marido. La esterilidad de un matrimonio podía suponer su ruptura.
Por otro lado, los matrimonios solían ser de conveniencia y suponían la unión de los intereses de dos familias. Se sustentaban en el “ketubah”, un contrato nupcial entregado por el novio a la novia, en el que se establecían las condiciones del matrimonio.
El adulterio era condenado por la ley judía, pero no el concubinato, entendido como relación entre un hombre y una mujer con la que se cohabita, pero a la que no se le ha otorgado la “ketubah”. Por otro lado, la simple cohabitación no estaba regulada por la ley, teniendo la mujer la libertad de abandonar al hombre en cualquier momento.
La mujer judía casada no era propietaria de bienes, ya que estos pertenecían al marido. Sin embargo, en la legislación castellana encontramos elementos ventajosos para la mujer, como el derecho a herencia, y el derecho a dote, y la protección de los bienes de las viudas.
La legislación también protegía a las mujeres en cuanto al derecho penal. Los delitos sexuales se penaban con dureza, llegando a imponerse la muerte del hombre, en caso de una mujer casada. La violación también era penada con dureza, azotando al hombre.
En cuanto a la vida religiosa hay diferencias importantes entre mujeres y hombres, dándose una notoria exención de las mujeres en el cumplimiento de obligaciones religiosas.
“Esta exención de la mujer judía para el cumplimiento de mandatos religiosos de carácter positivo es interpretada de manera distinta por los diversos autores: mientras unos la consideran un signo manifiesto de la inferioridad de la mujer con respecto al hombre, otros son de la opinión de que dicha exención no obedece en modo alguno a razones de índole antifeminista, sino al principio talmúdico de que quien está comprometido en un acto religioso está exento de otro simultáneo, siendo así que los quehaceres y labores domésticas son considerados como un acto propiamente religioso.” (Pag 49)
He querido recoger esta cita porque da dos visiones diferentes de esta posición de la mujer dentro de la vida religiosa que se según el autor se contraponen. Desde mi punto de vista son complementarias, ya que en una sociedad en la que la posición de las mujeres es inferior esto también tiene que quedar reflejado en la vida religiosa, lo que no quita que las mujeres tengan que cumplir con ciertas obligaciones religiosas, que según la segunda teoría son las labores domésticas.
Esta cita también pone de manifiesto cuales eran las obligaciones de la mujer judía, que abarcaban, por lo general, el ámbito doméstico.
Sin embargo, el autor hace referencia a la vida de las judías fuera del núcleo familiar y al margen de la comunidad hebrea.
En cuanto a esto, fuera de la judería, la vida de las mujeres hebreas se veía limitada de igual modo que la de los varones judíos. Destacan las limitaciones en la vestimenta y las medidas que tenían como fin evitar el contacto sexual entre judíos y cristianos.
En cuanto a las actividades de carácter socio-profesional desempeñadas por las mujeres judías destacan; la gestión de bienes económicos y las actividades del sector primario, apareciendo numerosas viudas como propietarias en la documentación; el servicio doméstico, en el que participaban niñas de familias con pocos recursos al servicio de familias acomodadas a cambio de su manutención, aunque más adelante, al cumplir la mayoría de edad, podían percibir un salario; el servicio como nodrizas; actividades artesanales, destacándose el sector textil, que aparece casi de forma exclusiva; actividades mercantiles, apareciendo en la documentación mujeres propietarias de tiendas; la medicina, apareciendo especialmente como matrona o “partera”; prestamistas, especialmente viudas de buena posición económica; plañideras; prostitutas y barraganas, que no parecen conductas especialmente censurables; y  hechiceras y curanderas.
                Desde mi punto de vista el texto es algo pobre en cuanto a ejemplos y en cuanto a datos bibliográficos, por lo que no queda del todo claro si lo que abarca en el texto afecta únicamente a la “España medieval” o puede ampliarse para abarcar hechos generales.
             Por otro lado, aunque el tema del texto podría ser interesante, se hace monótono, seguramente debido a que no solo, no ejemplifica, sino que no se apoya en comparaciones con respecto a las mujeres cristianas o musulmanas. Da la impresión de que esté a medio acabar.


             Os dejo por aquí el enlace del texto para que podáis leerlo: http://revistas.uned.es/index.php/ETFIII/article/view/3504/3361

martes, 26 de febrero de 2019

HILDA KRÜGER, ACTRIZ Y ESPÍA NAZI

Hilda Krüger

Bandera de Deutsches Reich (1939-1945)

Hilde Krüger
Katerina Matilda Krüger, nació en Berlín, Alemania en 1912.  Desde muy niña demostró cualidades histriónicas y por ello su familia la apoyó siempre para que siguiera una carrera en el teatro.
Tomó el nombre de Hilde Krüger cuando hizo sus primeros intentos para trabajar en el cine.  No le costó mucho esfuerzo y muy pronto encontró los medios para acercarse a las empresas cinematográficas y obtuvo algunos papeles irrelevantes como extra y papeles secundarios en "Nur nicht weich werden, Susanne!" filmada en 1934; "Halb und halb" y "Frau Eva wird mondain!", en 1934.  Luego logró un contrato para filmar la película "Sie und die Drei" en 1935.  La película fue exportada a Estados Unidos con el nombre "She and the three" subtitulada en inglés, pero empleando un lenguaje no muy académico que se pueda decir.
Una vez en UFA, las cosas le fueron más fáciles a Hilde, pues el negocio del cine estaba muy ligado al Ministerio de Propaganda, desde donde el Ministro Goebbels ejercía un férreo control sobre la industria y una vigilancia estrecha sobre las artistas.  Hilde, una rubia de 1.75 m de estatura, voluptuosa y de generosas formas no era bonita, pero tenía mucho atractivo personal y resultaba muy apetecible por los hombres.  El Ministro Goebbels, que tenía los suficientes argumentos para convencer a cualquier fémina que le convenía tener buenas relaciones con él, no desaprovechó la oportunidad de apuntar un nombre más en su libretita de conquistas amorosas.
Hilde Krüger
Hilde era una mujer ambiciosa y no escatimaba ningún pequeño sacrificio con tal de obtener lo que ella quería.  Se convirtió en amante ocasional del poderoso Doctor Goebbels y con ello, aseguró su participación en varias otras películas de UFA.  En 1935 filmó "Eine seefahrt, die ist lustig" película que también fue exportada a EEUU donde se presentó con el título "A Merry Sea Trip" igualmente espantosamente subtitulada en inglés.  Luego actuó en "Lärm um Weidemann" y en "Stradivari", filmada ese mismo año y en el que hacía el papel de Irene Kardos.   Al año siguiente filmó "Inkognito", presentada como "Incognito" en Estados Unidos y el film "Das Hermännchen" donde interpretó a Hilde Brandt.  Completó el año 1936 filmando "Rosen und Liebe" haciendo el papel de Frau Gisela.
En el año 1938, filmó una sola película titulada "Frau kommt in die Tropen" interpretando a Marianne Carsten y en el año 1939, no le fue del todo mal pues estuvo en el elenco de dos películas, "Drunter und drüber" y "Rheinische Brautfahrt."
Stradivari
Hilde Krüger se casó con un alemán, que supuestamente tenía algunos antepasados judíos y eso le causó problemas en una época en que ser judío en Alemania era peor que un pecado mortal.  Cierto o no, súbitamente ocurrió un cambio en la vida de Hilde, pues repentinamente abandonó a su marido, se supone que se despidió de su poderoso amante el Dr. Goebbels, y viajó a Londres donde residió algunos meses, hasta antes del estallido de la guerra.  Luego decidió viajar a Estados Unidos para continuar su carrera cinematográfica en Hollywood.   Desembarcó en Nueva York, donde vivió un corto tiempo y luego tomó un tren con destino a Los Angeles.
En enero de 1940, Hilde Krüger se registró en el hotel Beverly Wilshire de Hollywood y permaneció en esa ciudad tratando de conseguir algún papel en alguna película, pero no tuvo mucha suerte.  Hilde sólo hablaba alemán y algo de inglés, pero no lo suficiente como para interpretar un papel en una película.  Sin embargo, todo ese tiempo se las arregló para sobrevivir pagando sus rentas puntualmente.
Muy hábil para las relaciones públicas, Hilde conoció a un industrial alemán de apellido von Gontard que tenía negocios en Saint Louis en el estado de Missouri.  Después de un corto romance con Gontard, Hilde viajó a México, según dijo, para tratar de conseguir la residencia en ese país y divorciarse de su esposo judío y así poder casarse con el industrial alemán de Saint Louis.
Hilde Krüger fue seguida muy de cerca por agentes de la OSS, que investigaban a todos los inmigrantes alemanes, en especial a los industriales y comerciantes y por supuesto a una artista como Hilde quien había tenido relaciones amorosas con el poderoso Doctor Goebbels, entre otros.
Seguida de cerca por la OSS, Hilde llegó a México, donde en corto tiempo se puso en contacto con Friedrich Von Schleebrugge y Georg Nicolaus, dos agentes de la Abwehr que estaban estableciendo una red de espionaje en ese país, con ramificaciones en Estados Unidos y toda América Latina.   La OSS y los servicios de inteligencia británicos tenían bajo vigilancia las actividades de los dos alemanes, que estaban conectados con agentes identificados en Estados Unidos y por supuesto Hilde tenía el perfil adecuado para ser considerada sospechosa de pertenecer a la red de agentes de la Abwehr.
Una vez establecida en México, Hilde comenzó a acercarse a los círculos sociales de la capital, asunto en el cual la hermosa alemana era una experta.  Muy pronto se incorporó a un círculo de personalidades prominentes muy cercanas al poder político.  Hilde regó los rumores que estaba escribiendo un libro sobre "La Malinche", nombre de una mujer indígena regalada a Cortés en 1519, con la cual tendría un hijo y se convertiría en su incondicional y consejera.  Luego Cortés la casó con uno de sus capitanes y desde entonces el término "malinche" es usado como símbolo del indio sojuzgado y traidor que prefiere lo extranjero sin valorar lo propio.
Hilde Krüger
Hilde hizo excursiones a Teotihuacán, conoció a productores de cine prodigando y obteniendo favores que le permitieron filmar algunas películas.   Para entonces cambió su nombre Hilde por el más adecuado y castizo de Hilda.  En 1941, en una de las múltiples fiestas y reuniones sociales, conoció a Ramón Beteta subsecretario de Hacienda y miembro del Consejo del Banco Nacional de México.  Beteta no se pudo resistir a los encantos de la imponente rubia y se hicieron amantes.  Gracias a Beteta, Hilda Krüger comenzó a participar en reuniones sociales de los altos círculos del poder en la capital azteca.
Las relaciones con Beteta no duraron mucho, porque en los trajines sociales, Hilda conoció a un personaje más poderoso, un alto personaje del gobierno corrupto de Ávila Camacho, se trataba nada menos de quien fue jefe de campaña presidencial del mandatario, el ministro Miguel Alemán.
Alemán mudó a Hilda a un lujoso departamento de la Colonia Roma, una aristocrática urbanización de los años 30, que a partir de los años 40, comenzó a deteriorarse, pues sus habitantes originales emigraron a nuevas zonas como Las Lomas de Chapultepec.  Entre los nuevos inquilinos, destacaban judíos ashkenasitas, árabes e inmigrantes del sureste mexicano.  La renta del inmueble la pagaba Alemán y con ese derecho ingresaba a las 11 de la noche y salía a las 4 de la mañana.
Durante ese tiempo Hilda mantuvo sus relaciones con productores de cine que le valieron un contrato para filmar "Casa de mujeres" en 1942, también conocida como "La historia de siete pecadoras".  Posteriormente, hacia fines de la guerra, continuó filmando "Adulterio" en 1943, exportada como "Adultery" subtitulada en inglés, dirigida por José Díaz Morales una obra basada en "El abuelo" de Benito Pérez Galdós.  Luego filmó "Bartolo toca la flauta" ese mismo año y "El que murió de amor", en el papel de la condesa Maria.
Después de la guerra, Hilda logró salir bien librada de las acusaciones que se hicieron en su contra pues no hubo pruebas convincentes para acusarla de espionaje.  En 1958 filmó en Alemania "Eine Rheinfahrt, die ist lustig", dirigida por Alwin Eling.
Después de ese efímero regreso al cine alemán, desapareció de la escena.   Si Hilde Krüger sigue viva, tiene en la actualidad 92 años viviendo con sus recuerdos.

domingo, 24 de febrero de 2019

40 AÑOS DE LA MUJER EN LA POLICÍA

Mujeres policía: 40 años que transformaron el Cuerpo

En 1979, la Policía fue el primer Cuerpo de seguridad en España que abrió sus puertas a las mujeres.

 Patricia Pérez, miembro de los Tedax

Pablo MuñozPablo MuñozMadridActualizado:Virginia Barquero es policía desde hace 15 años y procede de la Armada. Desde que dio el salto ha dedicado su vida a Seguridad Ciudadana, en primera línea de choque tanto contra la delincuencia como en la prestación de ayuda al ciudadano. Hoy forma parte de la Unidad de Protección y Reacción (UPR), formada por unos 300 agentes, apenas quince mujeres. Quien trabaja en esa especialidad sabe que la calle quema, pero también atrapa. Ella lo tiene claro: «Si eres valiente, decidida, tienes ganas de trabajar y espíritu de servicio al ciudadano, este es el trabajo perfecto».
La historia de Patricia Pérez coincide en parte con la de su compañera. Sirvió en el Ejército, y su trabajo le apasiona. En su etapa militar estuvo destinada en una unidad RBQ, de modo que al dar el salto tenía muy claro su objetivo: el Tedax-NRBQ, adscrito a la Comisaría General de Información. El ingreso en esta especialidad sólo se puede hacer mediante otra oposición interna, y son necesarios además tres años de antigüedad en el Cuerpo. «Es una selección muy fuerte; tras superar el primer examen queda un año de preparación también es selectivo. Para una mujer aún es más difícil, porque por la mañana recibes clase y por las tardes hay que estudiar, sí o sí».

También en la Comisaría General de Información presta servicio la subinspectora Carmen (nombre supuesto) que lleva casi tres décadas combatiendo el terrorismo, en el País Vasco y sobre todo en Francia. «He estado 24 años trabajando a 15 x 15: quince días de viaje, siete libres, siete en la oficina y vuelta a empezar... Eso, claro, incluía Nochebuena, Fin de Año, cumpleaños... y por supuesto se podía alargar. Llegué a estar 26 días fuera a razón de 12 horas de trabajo diarias, “haciendo esquinas, como putas por rastrojo”, como decimos en nuestro argot». Sabe lo que es detener etarras y ha tenido que ver muchos muertos de la banda. Ahora vive de forma más estable, «pero sigo llevando la mochila en el coche, por si hay que salir corriendo».

Blanca Ruiz es inspectora de la Udyco Central, subjefe de grupo de la Sección IV de la Brigada Central de Estupefacientes. Eso, y bióloga y bioquímica. Hace cinco años entró por oposición en la escala Ejecutiva, «porque lo que más me gusta es la investigación. Tengo el mejor trabajo del mundo», afirma con absoluta convicción. «Aquí hay un compañerismo brutal».

Licenciada en Derecho

Cristina Marí es la primera comisaria de la Unidad de Intervención Policial (UIP), donde ya fue también la primera jefa de grupo. Medio en broma, dice que si pidió ese destino fue «porque analizo solo lo justo las cosas para no bloquearme». Recuerda su llegada al complejo de Moratalaz en Madrid preguntándose «por qué me meto en estos líos, con lo bien que estaba de “botijera” en Barcelona»... La respuesta ya se la había dado a su entrevistador en la oposición, cuando le preguntó qué haría si la mandaban al archivo: «Todo lo posible por salir de allí cuanto antes», respondió. Corría 1990.
Dentro de Seguridad Ciudadana, las UPR no son precisamente el destino más cómodo. Como relata Virginia Barquero, sirven para un roto y para un descosido: «Un día tienes que controlar una manifestación y al día siguiente intervenir por un atraco o un caso de violencia de género grave, cubrir entradas y registros o vigilar la estación de Atocha dentro del plan de prevención antiterrorista...».

La agente recuerda, por ejemplo, «un macrobotellón en la plaza del 2 de Mayo de Madrid que se les fue de las manos a la Policía Municipal y nos pidió ayuda... La situación era muy difícil, la gente estaba bebida, y nos lanzaban todo lo que tenían a mano, incluidos los vidrios de los contenedores, mobiliario urbano... Hubo bastantes heridos».

Artefacto explosivo

Si hay algo que no puede permitirse un tedax es equivocarse. «Nuestra formación es continua», cuenta Patricia Pérez, que sabe lo que es enfrentarse a un artefacto explosivo. «Fue en Málaga. Se localizó un coche utilizado por un grupo de crimen organizado y en el interior había armas, una granada y una maleta. Era “buena”; es decir, tenía explosivo... En ese momento tienes muchas cosas en la cabeza, pero haces lo que sabes hacer. Todo salió muy bien... Es muy bonito».
La vida profesional de la subinspectora Carmen (nombre ficticio) se resume en una palabra: sacrificio. Vigilancias, seguimientos, frío, calor, sueño, tensión, peligro... Una de sus mayores satisfacciones fue la detención en Francia de tres pistoleros del aparato militar de ETA, «pero también asistir un parto en Tenerife en mi etapa de prácticas», añade. Respecto a la operación prefiere no dar detalles, más allá de que «hubo que tomar decisiones sobre la marcha. Pero todo salió bien». Fue de las pioneras en Información y tuvo que ganarse el respeto de sus compañeros. «Soy un bicho raro, pero lo echo de menos... En mi trabajo pasas de 0 a 100 en un segundo, es adrenalina pura. Te permite estar en sitios y vivir cosas que casi nadie puede».

La inspectora de la Udyco Central Blanca Ruiz se estrenó en Baleares, en el Grupo de Blanqueo, nada menos que con el caso Cursach, el conocido empresario de discotecas balear acusado de ser jefe de una trama criminal. «Hasta ahora es en el que más me he implicado». También se refiere con orgullo a otra operación: «Hace seis meses participé en la aprehensión de un contenedor en el puerto de Algeciras con 8.700 kilos de cocaína, el mayor alijo de Europa... Ese trabajo fue una maravilla aunque nos costara muchas horas sin dormir, muchos informes... Era muy importante y yo estaba allí»...

Lo más difícil, los viajes

En sus 25 años de servicio, la comisaria Marí ha pasado por todo tipo de situaciones, algunas tan duras como la del atentado de ETA en Vallecas del 11 de diciembre de 1995, en el que un coche bomba mató a siete funcionarios civiles de la Armada e hirió a 17 personas más: «Volvíamos de prestar servicio en el juicio de la colza que se celebraba en la Audiencia Nacional y nos avisaron. Nos tocó hacer el primer cordón»... Últimamente ha participado en el diseño de dispositivos de seguridad tan importantes como el de la reciente visita del presidente chino, la final de la Copa Libertadores o los despliegues antiterroristas.

La conciliación familiar en las UPR es complicada, pero se puede conseguir. «En mi caso –relata Virginia Barquero–, mi marido también es policía y trabaja en esta unidad. Tenemos dos hijos, una niña de 9 años y un chico de 6... Trabajamos en turnos distintos, así que el que está libre se ocupa de ellos. También los abuelos echan una mano». Lo más difícil son los viajes. En octubre estuvo destacada 15 días en La Línea, dentro del plan especial del Campo de Gibraltar –«una experiencia profesional estupenda», dice– y también participó en el despliegue del referéndum ilegal del 1-O en Cataluña. Patricia Pérez no tiene el problema de la conciliación «aunque sí algunas de mis compañeras», recalca. «Hay quien lo deja por recuperar la vida personal».

La subinspectora Carmen tiene una visión muy particular sobre este asunto: «Mis compañeros de Información son mi familia, con algunos llevo más de quince años y me conocen mejor que mi madre. Compartimos todo, desde las muertes a los nacimientos, los cumpleaños, las crisis personales y las juergas; solo puede entenderlo quien ha vivido como nosotros. Pero además tengo pareja, que no es policía; me conoció así y respeta mi trabajo. Hay tiempo para todo... Además, hoy las cosas han cambiado mucho, hay turnos de ocho horas y luego vienen a relevarte. Los medios técnicos ayudan». En la actualidad está encuadrada en un grupo de investigación de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) e investiga el terrorismo yihadista. «Mi vida es más estable», relata con cierta nostalgia del pasado.

En la Brigada Central de Estupefacientes hay solo seis chicas. «Todas tenemos más de 30 años –dice la inspectora Ruiz–, somos solteras o tenemos pareja, pero no hijos, y una es ya jefa de grupo. Aunque en mi caso no es necesario por mis circunstancias personales, no veo imposible la conciliación y de hecho los compañeros lo hacen. Obviamente este trabajo tiene un coste, no es lo más cómodo, pero es lo que nos apasiona».

«Tuve que haverme valer»

«Las UIP son muy exigentes –recalca la comisaria Marí–; te tiene que gustar, y la disponibilidad es permanente porque en cualquier momento te pueden activar para viajar de España. El año pasado, de media, cada policía estuvo más de 120 días fuera de casa». Sabe muy bien de lo que habla porque ella también pasó por esa etapa, aunque entonces estaba soltera. «La conciliación es difícil –admite–, pero posible. Mi opción fue amoldar mis destinos al momento familiar que tocaba, y de hecho estoy casada con un compañero y tengo una hija de 15 años».

En las UPR hay dos oficiales, aunque aún no subjefes o jefes de grupo. «Ejercen el mando exactamente igual que un hombre. Somos pocas policías en esta unidad, pero estamos perfectamente integradas. No hay diferencias», dice Virginia Baquero. En el Tedax hay una inspectora jefa de sección: «Es una mujer muy preparada, es un placer trabajar con ella... Haría cualquier cosa que me pida», asegura Patricia Pérez, aunque añade de inmediato que el resto de mandos, varones, son también extraordinarios.

La subinspectora de Información tiene experiencia de mando –«he tenido que dar órdenes hasta a quince compañeros, siendo además muy joven, y tuve que hacerme valer», explica– y cree que «un jefe es bueno o no independientemente del sexo. Lo único que he notado es que la mujer, habitualmente, es más ordenada que un hombre, aunque el mío actual lo es, y mucho»... No se siente feminista: «Creo que no valoramos lo conseguido», aunque hay cosas que mejorar. En Información hay jefas de sección y de grupo, y que haya una jefa de brigada es cuestión solo de tiempo.
Ruiz tiene muy claro que «en la Udyco Central, somos profesionales, no chicas o chicos. La forma de mandar depende sobre todo de tu experiencia, personalidad, y de los jefes que hayas tenido, en los que te fijas para coger lo bueno y no repetir lo malo... No es relevante ser hombre o mujer».

Servicio y compañerismo

Marí, con una perspectiva más amplia por los años de servicio y el cargo, ve una evolución positiva, aunque queda por hacer: «Para conseguir conducir una furgoneta casi tuve que robar las llaves a un compañero... Ahora es parecido. Cuando coge el volante una agente los policías van más atentos». Insiste en que «mujeres y hombres somos distintos, cada uno tenemos nuestra forma de mandar. Pero la verdad es que aquí se puede inventar poco, está todo muy organizado».
En lo que coinciden las cinco policías es en tres palabras, «vocación, espíritu de servicio y compañerismo», y en un sentimiento: «Orgullo de ser policías». Eso es también lo que piden a las jóvenes que ingresen en el Cuerpo.

LA DAMA LEGIONARIA PARACAIDISTA CARMEN, QUE PROTEGIÓ A UN COMPAÑERO HERIDO 12 HORAS DE COMBATE EN AFGANISTAN

María del Carmen Fructuoso Van Rooy cubrió a su compañero herido en Afganistán.
María del Carmen Fructuoso Van Rooy cubrió a su compañero herido en Afganistán. G. Araluce


Carmen, la 'paraca' que protegió a un compañero herido en un combate de 12 horas en Afganistán

Los insurgentes atacaron las posiciones del convoy español, en la región de Ludina; un militar fue alcanzado en ambas piernas y requirió evacuación.


Fueron 12 horas de combate intermitente, pero intenso. El centenar de militares españoles, una compañía de la Bandera Ortiz de Zárate III de Paracaidistas, afrontaba las embestidas de los insurgentes afganos. El enemigo se movía con rapidez, disparaba con kalashnikov en aquel desierto que ya había visto demasiada muerte. Una ráfaga impactó en uno de los militares. La cabo María del Carmen le protegió y permitió su evacuación. "Sólo se actúa en lo que te han instruido", recuerda con nitidez para EL ESPAÑOL.

Es 29 de agosto de 2012. Afganistán es un agujero de violencia y sangre. Las fuerzas españolas desplegadas sobre el terreno lo tienen claro. No ha pasado ni un mes desde que un Super Puma del Ejército sufriese un accidente en Qala i Naw; el contingente español vivió su particular Black Hawk, derribado, pasando una noche a la intemperie bajo el fuego de los insurgentes. En una proeza técnica y militar, finalmente se rescataron a los militares y a la aeronave accidentada.
Probablemente alguno de los paracas que recorre este 29 de agosto el desierto afgano piense en esa intervención y en los riesgos que conlleva un escenario tan inhóspito. O quizá en los compañeros que ya han caído en una misión imprescindible para frenar la expansión de la violencia en la región.

Helicópter Super Puma español accidentado en Afganistán.
Helicópter Super Puma español accidentado en Afganistán. 
 
Sea como fuere, la compañía compuesta por un centenar de paracas y varios vehículos empieza su misión de reconocimiento a las cuatro de la mañana. Parten desde la base avanzada de Ludina, con la intención de asegurar la zona para retomar unas obras en una carretera que une Qala i Naw con Bala Murghab, suspendidas momentáneamente por el Ramadán. Se trata de la ruta Lithium, construida con fondos españoles.

Empieza el tiroteo

María del Carmen Fructuoso Van Rooy es una de las integrantes de esa compañía. El Ejército de Tierra recordó su historia -y la de otras militares- en la presentación del calendario Mujeres con valor. Sus recuerdos son claros, como si reviviera de nuevo aquel combate tan duro. "Teníamos una patrulla a pie y en cierto momento, por la mañana, comenzamos a recibir fuego enemigo al que tuvimos que responder", detalla Carmen a este diario. 
Son las cinco de la mañana y el fuego es, por ahora, ligero. El convoy va a buena velocidad. Los militares españoles responden y avanzan por la zona. "Era todo desierto, con montañas", afirma la militar. Un terreno en el que los insurgentes se mueven con especial comodidad, a bordo de motocicletas y por caminos invisibles que sólo ellos dominan.

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Así lo demuestran a las 10.30. Algunos miembros de la compañía española han echado el pie a tierra y caminan junto a los vehículos; así lo requiere la misión en ese momento. Son más vulnerables, pero se multiplica su capacidad de reconocimiento. Los insurgentes ven esa brecha de seguridad y vuelven a arremeter contra los militares. "Cuando llevamos vehículo, tenemos ventaja. Pero este no era el caso".

Las balas alcanzan a uno de los militares españoles. Se trata de J.F.F., de 27 años y natural de Albacete. El disparo atraviesa su muslo izquierdo y le roza también la pierna derecha. "Tuvimos que tapar heridas para que no se desangrase", relata Carmen.

El enemigo, mientras, sigue moviéndose con rapidez. Van con motocicletas, disparan con sus kalashnikov. Evitan un enfrentamiento directo con los militares, mejor armados, pero su hostigamiento es constante. La situación se agrava, más aún con un compañero herido. No queda más remedio que pedir refuerzos: "En ese momento solicitamos un helicóptero para hacer el rescate".
Hay que proteger la llegada de la aeronave. Porque los helicópteros se mueven con rapidez y casi sobre cualquier terreno, pero son frágiles ante el fuego enemigo. La OTAN, además, envía un refuerzo aéreo que ataca a los insurgentes. El espacio está limpio, al menos momentáneamente. Llega el helicóptero y evacua al militar herido.

Pero el resto de la compañía tiene que salir con vida de allí. "Nosotros éramos unos cien. El enemigo... no sé". Carmen revive aquel episodio. "Fueron varias horas de combate; ellos, al ir en motocicletas, pudieron coger alturas, posiciones elevadas desde las que nos disparaban".

María del Carmen Fructuoso Van Rooy, en el calendario editado por el Ejército de Tierra.
María del Carmen Fructuoso Van Rooy, en el calendario editado por el Ejército de Tierra. Ejército de Tierra
 
Los combates se prolongan al mismo tiempo que regresan a la base. Son doce horas de intercambios de disparos hasta que el convoy consigue alcanzar Ludina a las 16.00. Una misión difícil, pero crucial para asegurar la región.

Carmen no se siente ni más ni menos que el resto de sus compañeros. Es una más del centenar que integraban aquella compañía, aunque su nombre figure en el calendario Mujeres con Valor del Ejército de Tierra. Una iniciativa que sirve para reconocer a las mujeres integradas en las Fuerzas Armadas y que derriba ciertos mitos falsos, como que ellas no combaten en primera línea de fuego.
Doce horas de combate en la que Carmen, cabo, no tuvo tiempo de pensar. Sólo en actuar según lo instruido. Se reflexiona cuando ha pasado el peligro, en la tranquilidad de la base y comentando el suceso con el resto de compañeros: "Una se desploma... y se queda sin fuerzas". 

*EL ESPAÑOL recoge las historias de mujeres militares del Ejército español que han combatido en primera línea de fuego, como la de Alejandra y Margarita, que lucharon en la batalla de Najaf (Irak); la de la soldado Manar, emboscada por el enemigo en Diwaniyah (Irak); la de la soldado Ángela, que rescató a un compañero herido por los talibán; la de la soldado Idoia, muerta en Afganistán tras salvar decenas de vidas; o la de María José, Almudena y Adelina, que aguantaron un asedio en una comisaría afganaPuede conocer más historias pinchando aquí.

sábado, 23 de febrero de 2019

UNIFORMADAS VENEZOLANAS ROMPIERON EN LÁGRIMAS ANTE LOS OPOSITORES QUE PEDIAN EL PASO DE LA AYUDA HUMANITARIA


Guaidó critica a Maduro por mandar mujeres al frente: «Pensaron que íbamos a agredirlas»

Las uniformadas venezolanas rompieron en lágrimas ante las cámaras de televisión tras los gritos de los opositores pidiendo el paso a la ayuda humanitaria 

 Una de la mujeres policía llorando ante la petición de a ayuda humanitaria por uno de sus compatriotas

Actualizado:

Entre las imágenes que llegan de la dura jornada que se vive este sábado en Venezuela, las redes han ardido con un vídeo grabado por la CNN en el que un grupo de mujeres de la policía del país rompen a llorar tras los gritos de los opositores para que peritan el paso de la ayuda humanitaria.
«Piensen en sus hijos, en cada uno de sus familiares, que no consiguen medicinas, comida, que están hoy aquí», les reclama uno de los manifestantes ante el microfono de la televisión. Las mujeres aparta la mirada mirando al suelo, escondiéndose detrás de sus gorras y llorando ante el reclamo de sus compatriotas en contra de Nicolás Maduro.
El video está circulando por distintas redes sociales y ha llegado incluso a oídos del mismo Juan Guaidó, quien ha compartido las imágenes, acompañándolas de una dura crítica al Gobierno de Maduro: «Mandaron mujeres al frente, pensando que íbamos a agredirlas. Y lo único que lograron fue mostrarle al mundo el rostro de las madres venezolanas, que tienen la fuerza de llorar el hambre de sus hijos».

13 desertores, incluido

Con el «cierre total» de las fronteras con Colombia decretado por parte del Gobierno de Maduro, la situación en Venezuela es de lo más compleja. En la mañana de este sábado, cuatro guardias bolivarianos del dirigente decidieron desertar y pasarse al otro bando.
A ellos se sumó unas horas después el Mayor del Ejército venezolano Hugo Parra Martínez. Todos ellos cruzaron la frontera hacia Colombia y solicitaron la protección de este país en Cucutá. «Reconozco a nuestro presidente Juan Guaidó y estaré en lucha con el pueblo venezolano en cada marcha», expresó Parra en ese aspecto.

Al menos once miembros de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela y dos de la policía de ese país han desertado este sábado en medio del intento de ingreso de ayuda humanitaria a su país, confirmó Migración Colombia.

«En este momento Migración Colombia, en el departamento de Norte de Santander, está adelantando las entrevistas correspondientes a diez miembros de la Guardia Nacional Venezolana y dos mujeres de la Policía Nacional Bolivariana que llegaron al país huyendo de la dictadura de Nicolás Maduro». Según el informe oficial, «uno más se entregó en el departamento de Arauca».
Siga en directo todo lo relacionado con el conflicto venezolano pinchando aquí.


CARMEN ANGOLOTI Y MESA, DUQUESA DE LA VICTORIA

Duquesa de la Victoria

Impulsora de la Cruz Roja en España


Esta aristócrata madrileña, Carmen Angoloti y Mesa,  puso en marcha varios hospitales y salvó la vida de miles de soldados.

Carmen Angoloti y Mesa nació el 7 de septiembre de 1875 en Madrid. Fue la tercera de los cuatro hijos de Joaquín Angoloti Merlo, político, diplomático y presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, y Carmen Mesa. Su infancia transcurrió de forma tranquila y fue criada por un ama de Lequeitio, que se ocupaba de ella y de su hermana, ya que sus hermanos varones eran mucho más mayores.
Cuando su madre falleció, Carmen era apenas una niña y quedó sumida en una gran tristeza. Pero, si algo caracterizaba a la futura duquesa de la Victoria era su optimismo y su fortaleza, que le permitieron seguir adelante con una determinación que aplicaría a lo largo de su vida. En la escuela, las lecturas de Julio Verne despertaron en ella una gran atracción por las aventuras y los viajes, aunque nunca faltó a las fiestas y los eventos sociales del Madrid de la época ni al palco del Teatro Real, donde ella y su hermana destacaban por su belleza. Entre sus aficiones estaba la música (era una excelente pianista) y la lectura. En su casa de Madrid tenía más de 3.000 volúmenes y otros 7.000 en su finca de Valencia de Alcántara. También dedicó mucho tiempo al deporte: jugaba a tenis con la reina Victoria Eugenia y sus hijas, las infantas Beatriz y María Cristina, y era una entusiasta del golf, el hockey, las regatas y el esquí.  

Para entender cómo era Carmen, sirve una descripción que Ignacio Angoloti de Cárdenas, su sobrino, hizo en el libro «La duquesa de la Victoria», publicado en 1958: «Su manera de andar, su fortaleza física, sus movimientos y su finura hicieron que, aunque sólo fuera físicamente, lograse destacar entre sus semejantes. Siempre ha tenido a gala no llevar maquillaje, como asimismo ha prodigado muy poco los adornos excesivos, y en palacio llamaba la atención por ser la dama de la Reina que ostentaba menos alhajas y joyas».  


Se casó a los 17 años y nunca tuvo hijos


Pronto, un apuesto oficial de caballería se fijó en ella: Pablo Montesinos y Espartero, ayudante de cámara y escolta de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg y III duque de la Victoria y III conde de Luchana. La pareja contrajo matrimonio el 1 de enero de 1982, cuando ella tenía 17 años, y no tuvieron descendencia. En 1899, Carmen recorrió con su marido Rusia y varios países europeos, entre ellos Alemania, Suiza, Holanda y Francia, para instalarse, a principios del siglo XX, en Berlín, donde su marido fue destinado como agregado militar durante tres años, en los que entablaron  relación con el káiser Guillermo II. Su regreso a Madrid, en 1906, marcó el inicio de una nueva etapa en su vida a raíz de una audiencia con la reina Victoria Eugenia, con la que compartía amistad, y su gran vocación, que fueron las obras de caridad y la colaboración activa con la Cruz Roja. Entre 1918 y 1920 estudió enfermería en esa institución benéfica para, después, dirigir el Hospital de San José y Santa Adela en Madrid, primer centro nacional de la Cruz Roja y que ella ayudó a financiar. 


Conmovida por el desastre militar de África 


Su vida transcurría sin mayores contratiempos entre su profesión y su participación en las celebraciones de palacio, hasta que, en julio de 1921, cuando acompañaba a Victoria Eugenia en un viaje a San Sebastián, se produjo el desastre de Annual, la catástrofe más recordada de la Guerra de Marruecos, que se saldó con el balance de 13.000 soldados españoles muertos. «Estábamos en San Sebastián cuando nos conmovió el desastre de África. Entonces, la reina, acordándose de lo necesario que era en Melilla el humanitario servicio de la Cruz Roja, me dijo: “Vete allí y verás lo que puedes hacer”. El honor que para mí envolvía aquel mandato me dio aliento para asumir la responsabilidad de servir a la augusta señora; lo demás era facilísimo. La reina me dirigía, me enviaba cuantos recursos precisaba, siempre atenta en aliviar las desdichas de los soldados heridos. Me acompañaron dos señoritas madrileñas: María Benavente, hija del ilustre doctor y sobrina del gran dramaturgo, y Mimí Merry del Val», explicó Carmen en un reportaje publicado ese año. 

Pero Carmen y su equipo de enfermeras fueron recibidas con escepticismo y cierta ironía por las autoridades militares de Melilla, que consideraban el envío de las enfermeras como un error y una frivolidad de la reina, ya que una guerra no era lugar para mujeres. Lejos de amedrentarse, la duquesa de la Victoria se encaró con el responsable del cuerpo de sanidad militar y le dijo: «O con usted o contra usted. Es orden de la reina y basta». 



Resultado de imagen de María del Carmen Angoloti y Mesa
Desde ese momento, se puso en marcha hasta encontrar espacios para habilitar hospitales y, después, los recursos necesarios para organizarlos y poder tratar y curar a los enfermos y a los heridos, desde las camas hasta el material quirúrgico. Fue tal su empeño que, el 4 de agosto de 1921, inauguró en Melilla el primer hospital en un antiguo seminario de los hermanos de la Doctrina Cristiana, con capacidad para 100 camas. Después, y visto el empuje de la duquesa y su equipo, el ayuntamiento cedió una escuela para transformarla en hospital, con 200 camas de capacidad. Mientras, desde Madrid, Victoria Eugenia se convirtió en su gran aliada. Ese año, instauró el Día de la Banderita, dedicado a la cuestación «para obtener recursos para su labor en tierras africanas». 

Tras los dos hospitales de Melilla, la duquesa extendió la labor humanitaria de la Cruz Roja a las localidades de Larache, Ceuta, Chaouen y hasta un total de 22, durante el tiempo que fue presidenta de la Cruz Roja Española. Pero su labor, como explica Ignacio Angoloti, no se limitó a la realizada en los hospitales y otros centros sanitarios, sino que la duquesa, a quien los heridos llamaban madre Carmen, también estuvo al pie del cañón, en el mismo frente, ocupándose de cientos de heridos que «fueron curados en primera instancia por sus manos caritativas».  


Un monumento junto al Hospital de San José 

El papel de Carmen en Marruecos despertó la admiración no sólo de los militares, los legionarios y los reyes, sino también de los políticos. El diputado socialista Indalecio Prieto declaró: «Conozco en esta guerra un heroísmo ante el cual me hincaría de rodillas, y es el de unas damas que, sea cual fuere su alcurnia, una conciencia honrada como la mía no puede pasar en silencio. Me refiero a ese grupo pequeño, diminuto, ínfimo, capitaneado por esa heroína que se llama duquesa de la Victoria. Es el único heroísmo español del cual he sido testigo, el único que me siento con valor para exaltar aquí; pero con la exaltación tiene que ir la honda lamentación, entre lágrimas, de que sea un puñado tan escaso, cinco, seis u ocho mujeres, las que andan atendiendo a los heridos, clavando los féretros, amortajando los cadáveres». 

Finalizada la Guerra de África en 1927, la duquesa de la Victoria fue condecorada con la Gran Cruz del Mérito Militar con el distintivo rojo por su permanencia en los campos de batalla, siendo la única mujer española que la conseguía. Otro homenaje que le rindieron fue erigir un monumento en su honor junto al Hospital de San José y Santa Adela, inaugurado por Victoria Eugenia en 1925. 


Liberada de la cárcel y exilio en Marsella 


En abril de 1931, Carmen acompañó a la soberana en su destierro a Francia y, en 1936, se instaló de nuevo en su casa de la calle Goya de Madrid, donde vivió el trágico inicio de la Guerra Civil, así como su encarcelamiento y el de su marido, al que no volvería a ver nunca más. En diciembre de 1936, fue liberada gracias a la intervención de la Cruz Roja y al encargado de negocios de la República Argentina. «El doctor Pérez Quesada decidió salvarla. Parece ser que dicho señor había hecho a los republicanos un donativo de carne congelada pidiendo a cambio la libertad de una presa y ésta fue Carmen», explica Ignacio Angoloti sobre ese episodio. 

Una vez liberada y, tras un tiempo en Marsella, la duquesa se trasladó al frente de Madrid, donde se hizo cargo del hospital de Leganés hasta el fin de la contienda. Después, como presidenta de la Cruz Roja, cargo que ostentó hasta 1952, se dedicó a organizar la red de establecimientos de esa oenegé en nuestro país y regresó muchas veces a tierras africanas para visitar e inaugurar hospitales. Ya hemos dicho que viajar, para Carmen Angoloti, fue una pasión y siguió cultivándola hasta el final de sus días. Con 80 años no dudaba en hacer la maleta y viajar a Turquía, Canadá o los Estados Unidos para asistir a eventos organizados por la Cruz Roja, entidad con la que estuvo comprometida hasta su muerte, en Madrid, en1959, cuando tenía 84 años. 

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Reconocimientos


Monumento en Cádiz
Destacan los siguientes reconocimientos:
He venido con la Duquesa de la Victoria, única heroína de esta guerra, mujer admirable que curó y consoló a los heridos, amortajó cadáveres, clavó ataúdes. Ella y media docena de damas más son las únicas de entre toda la aristocracia española que luchan en Melilla con el dolor, en jornadas interminables. Las restantes quedáronse ahí, para lucir el uniforme de enfermeras en las solemnidades, para aparecer retratadas en las revistas gráficas. Viene por horas, para volver esta noche a continuar su humanitaria labor, a seguir realizando el milagro de que sus heridos estén mejor atendidos y mejor alimentados que en los hospitales del Estado.
  • En el año 1922, se le rindió un homenaje a nivel nacional por la labor que realizó en beneficio de los soldados españoles heridos en el transcurso de la Guerra del Rif, a este homenaje se sumó la ciudad de Melilla que impuso su nombre a la calle en la que se encontraba el Hospital de la Cruz Roja. Sin embargo durante la dictadura franquista la calle fue renombrada como General Mola, en homenaje al general faccioso. En 1991 el Ayuntamiento de Melilla decidió que la vía urbana recuperara su antiguo nombre, tras petición de la Asociación Cultural Ateneo de Melilla.
  • El Comité Internacional de la Cruz Roja le concedió la Medalla Florence Nightingale por sus méritos en el seno de esta institución.​
  • Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo. Le fue entregada en Sevilla el 27 de noviembre de 1925, por su atención a los heridos de guerra, siendo la primera ocasión en que dicha condecoración le fue concedida a una mujer.
  • Monumento en Madrid situado en la Avenida de la Reina Victoria. En el se representa a la duquesa atendiendo a un herido y rodeada por varios militares que simbolizan los cuerpos que intervinieron en la guerra del Rif: RegularesPolicía Indígena, Ejército peninsular y Legión Española.
  • Monumento en la ciudad de Cádiz inaugurado en 1925, idéntico al localizado en Madrid.