"EL ANGEL DEL GUETO DE VARSOVIA", LA HISTORIA DE LA MUJER QUE SALVÓ A MÁS DE 2.500 NIÑOS
DEL HOLOCAUSTO
Una mujer
excepcional que no ha sido reconocida por su gran labor durante la Segunda
Guerra Mundial. Discreta y valiente, Irena Sendler salvó la vida de más de
2.500 niños durante el conflicto.
Tardó en hacerse popular. No
fue hasta 1999, cuando su hazaña fue descubierta por un grupo de estudiantes de
Kansas (EE.UU.) que realizaban un trabajo sobre el Holocausto.
Irena Sendler nació en 1910 en
Otwock, Varsovia, en el seno de una familia católica. De su padre, médico rural
que murió cuando ella tenía apenas 7 años, aprendió la solidaridad y el
respeto por los demás. Su padre Stanisław Krzyżanowski falleció tras
contagiarse de tifus que sufrían sus
pacientes y a quienes muchos de sus colegas médicos no quisieron atender por miedo a contagiarse.
Siguiendo, en parte, los pasos
de su progenitor, Irena decidió dedicar su vida a los demás y se hizo
enfermera. Trabajaba en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia cuando
Alemania invadió Polonia y, un año después, tras la apertura del gueto de
Varsovia, Irena se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, conocido
como Zegota, como miembro del cuerpo sanitario para encargarse de
paliar los casos de enfermedades contagiosas.
Para
impedir la propagación del tifus, los nacionalsocialistas permitieron la
entrada de las personas que intentaban frenar esta enfermedad. Fue en ese
momento cuando Irena se dio cuenta de que lo que le aguardaba a la mayoría de
las personas del gueto era terrible. Por eso, decidió entonces intentar
sacar de allí a los más pequeños.Como los alemanes invasores
tenían miedo de una posible epidemia de tifus,
permitían que los polacos controlaran el recinto del gueto y podían entrar y
salir sin dificultad.
Pronto se
puso en contacto con familias a las que les ofreció llevar a sus hijos fuera del
gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito.
Lo único
cierto era que los niños morirían si permanecían en él.
Los llegó a
sacar en bolsas, sacos de patatas, maletas, cestos de basura, en ambulancias
como víctimas de tifus, pero cuando los nazis intensificaron la
vigilancia, para asegurarse de que no fuesen descubiertos comenzó a
drogar a los niños para después meterlos en ataúdes.
Logró
reclutar al menos una persona de cada uno de los diez centros del Departamento
de Bienestar Social de la ciudad y empezó a trazar un plan para salvar a tantos
niños judíos como pudiese.
Con su
ayuda, elaboró cientos de documentos con firmas falsificadas dándoles
identidades temporales a los niños judíos.
Quería que
un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres y a sus familias, para
ello ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y
sus nuevas identidades.
Anotaba los
datos personales de cada pequeño en trozos de papel y los guardaba dentro de
botes que luego enterraba bajo un manzano en el jardín de su vecino sin que
nadie sospechase nada.
Al
principio, se las amañó para poder sacar a los niños y niñas en las
ambulanciasque trasladaban a los pacientes más graves al hospital fuera del
gueto. Sin embargo, con el paso del tiempo, tuvo que ingeniárselas de otras
formas y decidió sacar a los pequeños en bolsas de basura o, incluso,
en ataúdes.
El 20 de
octubre de 1943, Jolanta (nombre en clave de Irena) fue detenida por la
Gestapo. Pero, aún en prisión y sometida a horribles torturas, jamás
desveló el paradero de todos los niños a los que había salvado.
Cuando la
guerra terminó e Irena desenterró la lista que había hecho con los
nombres de los niños rescatados, se la entregó al comité de salvamento de
los judíos supervivientes. Cuando su hazaña se hizo pública, algunos de esos
niños la reconocieron. En pleno Holocausto, fue condenada a muerte, pero un
soldado la ayudó a escapar y pudo seguir con su labor hasta que la
guerra terminó. Por desgracia, ese soldado fue ejecutado.
Oficialmente
Irena figuraba en la listas de los ejecutados, así que a partir de entonces,
continuó trabajando pero con una identidad falsa.
Al
finalizar la Segunda
Guerra Mundial, Irena desenterró los botes con la información de cada niño
y le entregó las notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité
de salvamento de los judíos supervivientes.
La mayor
parte de las familias de los niños había muerto en los campos
de concentración nazis.
Sendler fue
candidata al Premio Nobel de la Paz en 2007, aunque finalmente no resultó
elegida.
Sin
embargo, fue reconocida como Justa entre las naciones y fue nombrada ciudadana
honoraria de Israel.
Por su
parte, el gobierno polaco se le otorgó la más alta distinción civil de Polonia
al ser nombrada dama de la Orden del Águila Blanca en 2007.
Imagen: Isabel Ruiz Ruiz
Irena
Sendler falleció en Varsovia, el 12 de mayo de 2008. Tenía 98 años.
Nuestro
más profundo y sincero reconocimiento a Irena Sendler, una mujer valiente,
luchadora y solidaria que salvó tantas vidas.
....A FONDO
IRENA SENDLER
Entrevista realizada a IRENA SENDLER:
La razón
por la cual rescaté a los niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia.
Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de
corazón, sin mirar su religión o su nacionalidad.
Mi padre
era médico y murió cuando yo era todavía pequeña porque se contagió de tifus de
varios pacientes a los que sus colegas médicos habían rechazado atender.
También a él lo rechazaron cuando contrajo la enfermedad y falleció. Fue el
mejor y el peor aprendizaje.
La comunidad judía me pagó los estudios en agradecimiento a la labor de mi padre, ya que muchos de aquellos pacientes eran judíos. Les hablo de esta infancia y de mi vida en general, desde Varsovia, desde Polonia. Pero en la universidad, estudiando enfermería, que sentía de manera vocacional para ayudar, me expulsaron porque me opuse al sistema de discriminación existente.
Fui enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, que llevaba los comedores comunitarios de la ciudad. El trabajo allí fue arduo, pero nunca pensé entonces lo que iba a hacer luego, simplemente surgió.
Fue cuando
en 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia, un gueto con unas condiciones
de vida imposibles, y fue entonces cuando conseguí para una compañera y para
mí, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha
contra las enfermedades contagiosas. Más tarde conseguí pases para otras
colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se destara una
epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto.
.
Así fue
como a lo largo de un año y medio, tras ver las condiciones que existían en ese
gueto, que solo podía terminar en la muerte de todos los que allí estaban, me
puse a rescatar a niños. Empezamos a sacarlos en ambulancias, pero pronto todos
los caminos eran válidos con tal de que salieran de allí y pudieran sobrevivir:
sacos, cestos de basura, bolsas de patatas, ataúdes… cualquier cosa para
garantizar la vida de unos niños condenados a una muerte segura.
Me organicé
para elaborar un archivo con sus nombres judíos, con sus orígenes y sus
familias, al lado de sus nuevos nombres católicos, sus nombres para la
supervivencia. Iban a ser acogidos, y dados en adopción pero yo no quería que
no supiera su verdadero origen. Este archivo lo guardé en dos botes de cristal
y lo planté debajo del manzano de mi vecina, contando con mi propia muerte.
Los nazis
supieron de mis actividades y finalmente fui detenida por la Gestapo. En la
prisión fui torturada con el fin de que desvelase los nombres y las direcciones
de las familias que albergaban a los niños liberados, niños judíos. Nunca los
traicioné. Pude sobrevivir gracias a un soldado alemán que me dejó huir al
grito de ¡corra! cuando ya había sido condenada a muerte.
Al día
siguiente hallé mi propio nombre en la lista de los ejecutados y seguí
trabajando con una identidad falsa. Cuando la guerra terminó, entregué los dos
botes con las listas al pimer presidente del Comité de salvamento de los judíos
supervivientes. Cierto es que la mayoría de las familias de los niños habían
muerto en los campos de concentración nazis
Cuando mi
nombre se dio a conocer, me empezaron a hacer muchas entrevistas y mi
fotografía fue publicada en distintos medios así que empezaron a reconocerme
niños que ya eran adultos, claro. Fue algo cansado porque empecé a recibir
muchas visitas y me dieron unos reconocimientos que no esperé jamás: fui
nombrada dama de la Orden del Águila Blanca, la mayor condecoración de Polonia.
Fui condecorada también como Justa entre las naciones y fui propuesta por el
gobierno de Polonia a Premio Nobel de la Paz.
El 19 de
octubre de 1965 Yad Vashem reconoció a Irena Sendler como Justa de las
Naciones. El árbol plantado en su honor se yergue en el comienzo de la
Avenida de los Justos de las Naciones.
"A
pesar de que no puedo no estar agradecida por todo, siempre dije que mis actos
fueron la justificación de mi existencia en la tierra y nunca un título para
recibir la gloria"
Irena
Sendler
REDACCIÓN, MAQUETACIÓN Y ARCHIVO FOTOGRÁFICO J.M.G
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