España MUJERES MILITARES EN PRIMERA LÍNEA DE FUEGO
La fiera resistencia de María José, Almudena y Adelina, asediadas en una comisaría afgana
- Las tres cabos de Infantería, combatieron dos horas frente a un enemigo invisible que atacaba con fusilería, mortero y lanzacohetes.
- El último viaje de la soldado Idoia Rodríguez, muerta en Afganistán en febrero de 2007 tras salvar decenas de vidas.
- La hazaña de la soldado Ángela Jorgia Lloret: así rescató a un compañero herido por los talibán en Afganistán.
@GonzaloAraluce
Llovía y era de noche. El escenario
era propicio para la fatalidad en aquel valle afgano, que hereda el
nombre de la provincia en la que se ubica, Golestan. Almudena Porras, Adelina Torres y María José Quintás,
junto a una quincena de compañeros del Ejército español, se recogían en
la noche intempestiva en sus vehículos BMR, atentas a cualquier
movimiento sospechoso. Esa fatalidad amenazante, a las 20.00 horas,
cogió forma y se abalanzó sobre ellas. Los insurgentes les cercaron y atacaron con todo lo que tenían a su mano: fusilería, morteros, lanzacohetes... Y no había ninguna escapatoria. Resistir o morir.
Almudena y Adelina tienen el empleo de cabo. María José, de cabo primero. Las tres forman parte del regimiento de Infantería Ligera Tenerife nº49.
Y las tres están unidas por aquel episodio en el que se enfrentaron a
un enemigo invisible, resguardado en la oscuridad afgana. Ocurrió el 27
de noviembre de 2007, pero sus recuerdos son vívidos y ahora charlan por
primera vez con EL ESPAÑOL sobre su experiencia en primera línea de
fuego. Lo hacen con motivo de la presentación del calendario Mujeres con valor, editado por el Ejército de Tierra.
Volvamos al valle del Golestán.
Región desértica, resiste las inclemencias del tiempo más duras. Calor
extremo en verano y durante el día. El frío acecha en las noches de
invierno. En la noche en la que se produjo el combate, además, llovía.
"Fue la única noche en la que llovió", recuerdan las protagonistas.
Tres vehículos BMR del Ejército español brindaban
protección a las autoridades afganas en el valle. A bordo de ellos, una
veintena de efectivos. "Comíamos, dormíamos, vivíamos dentro de ellos",
recuerdan Almudena, Adelina y María José. Aquella misión duraba unas dos semanas, lejos de cualquier base, hasta que otros compañeros les tomasen el relevo.
Afganistán se desangraba en una guerra que se cebaba
con la población civil. El Ejército español, bajo el paraguas de la
OTAN, luchaba por recuperar la paz en la zona. Y lo pagaba con su propia
sangre. Hasta la fecha, 87 militares españoles habían muerto en aquel
conflicto. Incluida Idoia Rodríguez, la primera mujer de las Fuerzas Armadas que perdía la vida en misión.
Estalla el combate
Almudena, Adelina y María José, así como la quincena
de compañeros que controlaban el valle del Golestán, sabían que aquella
guerra se cernía sobre ellos. Aquella noche lo hizo con toda su
contundencia. Fue a las 20.00 horas.
Los insurgentes cargaban contra una comisaría de la
Policía afgana. "Se nos dio la orden de protegerles y respondimos al
ataque". ¿Por qué era tan importante defender aquel edificio en mitad de
la nada? Porque el descontrol avanza con rapidez en esos lugares
olvidados. "Garantizar la presencia de la policía es garantizar la seguridad en el país", responden las protagonistas, del tirón.
No lo dudaron. Los militares españoles se colocaron
junto a la comisaría en aquella noche de lluvia, protegiendo su
perímetro. Dentro se suponía que estaban los policías afganos. Lo que es
seguro es que fuera, en esa noche tormentosa, llovían disparos, morteros, RPGs.
"No podíamos ver al enemigo, sólo veíamos el origen
del fuego. Aquello era distinto a un ataque puntual en un espacio
abierto, en el que se puede repeler el ataque y replegarse. No podíamos
marcharnos. Había que quedarse ahí". Almudena, Adelina y
María José lo tenían claro. Porque cualquier bastión de seguridad había
que defenderlo a toda costa. Aquella comisaría era el único resquicio
de seguridad en la zona. Sin ella, el caos arrasaría a una población
indefensa y hastiada por la guerra.
Un enemigo invisible
Fueron dos horas de combate,
respondiendo al fuego. Un área desértica y vasta, en la que apenas se
erigían unos pocos elementos que sirviesen de protección; entre ellos,
los vehículos BMR y las propias fachadas de la construcción policial.
Los militares españoles disparaban contra el lugar del que procedían los
disparos. No veían a quienes disparaban contra ellos. El enemigo era
invisible.
Los recuerdos de las tres protagonistas se
condensan en apenas unos instantes: "No da tiempo a pensar en nada, sólo
a defender la comisaría. Es más, aquellas dos horas nos parecieron dos
minutos. Nos dimos cuenta al terminar, cuando vimos el reloj".
Terminó el fuego y Almudena, Adelina y María José
comprobaron que no habían sufrido ninguna baja entre sus propias filas.
Pero no era momento de celebraciones. Aún les quedaban varios días de
misión en la zona. Volvieron a los BMR y a la lluvia, y trataron de
dormir unas pocas horas. Con la satisfacción, eso sí, de haber protegido
aquel bastión en un valle, el del Golestán, desconocido para tantos,
pero crucial para sostener la seguridad en la región.
*EL ESPAÑOL recoge las historias de
mujeres militares del Ejército español que han combatido en primera
línea de fuego, como la de Alejandra y Margarita, que lucharon en la batalla de Najaf (Irak); la de la soldado Manar, emboscada por el enemigo en Diwaniyah (Irak); la de la soldado Ángela, que rescató a un compañero herido por los talibán; o la de la soldado Idoia, muerta en Afganistán tras salvar decenas de vidas. Puede conocer más historias pinchando aquí.
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