Manuela Malasaña Oñoro (Madrid, 10 de marzo de 1791 - Madrid, 2 de mayo de 1808) fue una de las víctimas del Levantamiento del 2 de mayo de 1808 reprimido por las tropas napoleónicas destacadas en la capital española, cuya memoria es honrada como una de las heroínas populares de aquella jornada y de la posterior Guerra de la Independencia Española.
Era hija del panadero francés Jean Malesange, españolizado "Malasaña", y de su esposa Marcela Oñoro. De profesión bordadora, vivía en la cuarta planta número 18 de la calle de San Andrés, del entonces conocido como barrio de Maravillas (hoy comúnmente conocido como barrio de Malasaña).
Las circunstancias de su muerte, con sólo 17 años, son discutidas, siendo dos las versiones más aceptadas. Según una versión de los hechos, sustentada por el escritor Ángel Fernández de los Ríos, Manuela a imagen de otras jóvenes y desde el balcón de su piso, se incorporó a la defensa del Parque de Artillería de Monteleón, situado en la posteriormente bautizada como Plaza del Dos de Mayo, liderada por los oficiales Luis Daoíz y Pedro Velarde, facilitando el suministro de pólvora y municiones a su padre que disparaba contra las tropas francesas, cuando fue alcanzada por un disparo enemigo. Otra variante de esta versión afirma que habría sido hecha prisionera y ejecutada bajo la acusación de habérsele encontrado un arma en su poder. El erudito Carlos Cambronero pone en duda la primera versión al negar que la joven muriera antes que su padre, fundamentado en el hallazgo de un certificado de defunción del padre que documenta que falleció con anterioridad al levantamiento.
Según la otra versión, Manuela Malasaña habría permanecido al abrigo de la lucha en el taller de bordado donde trabajaba, por orden de la dueña del taller y hasta tanto cesaran los disparos. Pero al regresar a casa y cruzarse con una patrulla de soldados franceses, éstos habrían intentado abusar de ella mientras la registraban, y para defenderse habría usado las tijeras propias de su profesión que en ese momento portaba. Otros dicen que simplemente las tijeras fueron descubiertas en el registro, acusada de portar "armas" fue ejecutada inmediatamente. Según esta versión Manuela habría muerto después de las 18 horas en el sitio de la actual Plaza del Dos de Mayo.
Su cuerpo fue registrado con el nº 74 en la relación de 409 víctimas de aquella jornada, documentación que se conserva en los Archivos militares y municipales de Madrid, estudiados en 1908.
Fue enterrada en el Hospital de la Buena Dicha, hoy iglesia de la Buena Dicha, en la calle de Silva, que había sido fundado en 1594 y que acogía a gente pobre. En este lugar fueron atendidos muchos de los heridos en aquel 2 de mayo y enterrados muchos de los caídos.
Su idealizado retrato se encuentra en la Sala de Heroínas del Museo del Ejército y es obra del militar José Luis Villar y Rodríguez de Castro.
Manuela debía ser famosa en su barrio por su juventud y simpatía, y el hecho de morir tan joven y entregando su vida a la causa de la libertad hizo que se creara en torno a su memoria una gran leyenda de heroína. Madrid dedicó a su memoria una calle con su nombre en su antiguo barrio de Maravillas, que se cruza con la calle de San Andrés cerca de donde vivía. Por extensión, en la década de los '80, todo el barrio de Maravillas comenzó a ser conocido como barrio de Malasaña. Móstoles también le dedicó tiempo después un instituto de bachillerato - cuyo nombre fue elegido por votación entre los alumnos-, una calle y una estación de metro en la Línea 12 MetroSur.
EL LEVANTAMIENTO DEL 2 DE MAYO 1808
EL LEVANTAMIENTO DEL 2 DE MAYO 1808
El Levantamiento del 2 de Mayo, sucedido en 1808, es el nombre por el que se conocen los hechos acontecidos en aquel año en Madrid (España), producidos por la protesta popular ante la situación de incertidumbre política derivada tras el Motín de Aranjuez. Posteriormente a que se reprimiera la protesta por las fuerzas napoleónicas presentes en la ciudad, por todo el país se extendió una ola de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la guerra de la independencia española
Historia
Acontecimiento
Tras la firma del Tratado de Fontainebleau el 27 de octubre de 1807, la consiguiente entrada en España de las tropas aliadas francesas de camino hacia Portugal y los sucesos del Motín de Aranjuez el 17 de marzo de 1808, Madrid fue ocupada por las tropas del general Murat el 23 de marzo de 1808. Al día siguiente, se producía la entrada triunfal en la ciudad de Fernando VII y su padre, Carlos IV, que acababa de ser forzado a abdicar a favor del primero. Ambos son obligados a acudir a Bayona para reunirse con Napoleón, donde se producirán las abdicaciones de Bayona, que tendrá como final la imposición de la corona española en manos del hermano del emperador, José Bonaparte.
Mientras tanto, en Madrid se constituyó una Junta de Gobierno que Fernando VII había dejado encargada de los asuntos de gobierno antes de partir para entrevistarse con Napoleón. Pero el poder efectivo quedó en manos de Murat, que redujo la Junta a mero títere, un simple espectador de los acontecimientos. El 27 de abril, Murat solicitó, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización para el traslado a Bayona de los dos hijos de éste que quedaban en la ciudad, la reina de Etruria María Luisa, y el infante Francisco de Paula. Aunque la Junta se negó en un principio, tras una reunión de urgencia en la noche del domingo 1 al lunes 2 de mayo, y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario real desde Bayona, finalmente cedió.
«¡Que nos lo llevan!»
El 2 de mayo de 1808, a primera hora de la mañana, grupos de madrileños comenzaron a concentrarse ante el Palacio Real. La muchedumbre conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula —último miembro de la familia real que permanecía todavía en Madrid para llevárselo a Francia con el resto de la Familia Real, por lo que, al grito proferido por José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó las puertas de palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. Un grupo que creyó que los franceses se llevaban al infante por la fuerza, atacó a una patrulla francesa, que solo pudo zafarse de la acometida por la intervención de un batallón y dos piezas de artillería, que dispararon contra la multitud. El choque desencadenó una violenta reacción popular en la ciudad, precipitó que la lucha se extendiese por todo Madrid. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse de los franceses.
La lucha callejera
En el Pretil de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos y algunos viejos fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas. Hacia la esquina de la calle de Milaneses, frente a la Cava de San Miguel, presencié el primer choque del pueblo con los invasores, porque habiendo aparecido como una veintena de franceses que acudían a incorporarse a sus regimientos, fueron atacados de improviso por una cuadrilla de mujeres ayudadas por media docena de hombres.Benito Pérez Galdós: El 19 de Marzo y el 2 de Mayo
Los madrileños comenzaron así un gran levantamiento popular espontáneo pero largamente larvado desde la entrada de las tropas francesas, improvisando soluciones a las necesidades de la lucha callejera. Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que dispusieron fueron navajas; y se comprendió la necesidad de impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas.
Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de la ciudad para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el grueso de las tropas de Murat (unos 30 000 hombres) ya había penetrado, haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro. No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser o macetas arrojadas desde los balcones. Así, los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta. Mamelucos y lancerosnapoleónicos extremaron su crueldad con la población y varios cientos de madrileños, hombres y mujeres, sin distinción de edad, así como soldados franceses, murieron en la refriega. Goya reflejaría estas luchas años después, en su lienzo La Carga de los Mamelucos.
Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la puerta de Toledo, la puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, su operación de cerco le permitió someter a Madrid bajo la jurisdicción militar y poner bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno. Poco a poco, los focos de resistencia popular fueron cayendo.
Daoíz y Velarde
Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, permanecieron acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del Parque de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección. Los héroes de mayor graduación de aquella jornada fueron los capitanes Luis Daoíz y Torres, Pedro Velarde Santillán que asumieron el mando de los insurrectos por ser los más veteranos. Se encerraron en Monteleón junto a sus hombres y decenas de ciudadanos que allí fueron en busca de combate contra los franceses, repeliendo oleadas de las tropas de Murat mandadas por el general Lefranc. Sin embargo, acabaron muriendo luchando heroicamente ante los refuerzos enviados desde el vecino Palacio de Grimaldi, cuartel general de Murat. Otros jóvenes militares tampoco acataron la orden superior de no intervenir y lucharon junto a Daoíz y Velarde, como el teniente Jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen, herido de gravedad, y José Hezeta.
Los levantados en armas
El Dos de mayo fue la rebelión de la Nación española contra los franceses, comenzada por las clases populares de Madrid contra el ocupante tolerado (por indiferencia, miedo o interés) por gran cantidad de miembros de la Administración. De hecho, la entrada de las tropas francesas se había hecho legalmente, al amparo del Tratado de Fontainebleau, cuyos límites, sin embargo, pronto vulneraron, excediendo el cupo permitido y ocupando plazas que no estaban en camino hacia Portugal, su supuesto objetivo. La Carga de los Mamelucos, antes citada, presenta las principales características de la lucha: profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros) frente a una multitud prácticamente desarmada; presencia activa en el combate de mujeres, algunas de las cuales perdieron incluso la vida (Manuela Malasaña y Clara del Rey, por ejemplo).
La represión
La represión fue cruel. Joaquín Murat, no conforme con haber aplacado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano («Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas»).
Orden del general Murat:Soldados: mal aconsejado el populacho de Madrid, se ha levantado y ha cometido asesinatos. [...] La sangre francesa vertida clama venganza. Por lo tanto, mando lo siguiente: [...]Art. 2. Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.Art. 3. Todos los moradores de la corte, que anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial, serán arcabuceados. [...]Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 mayo de 1808.Gaceta de Madrid, 6 de mayo de 18085
El Consejo de Castilla publicó una proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las clases pudientes parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas, compuestos únicamente por las clases populares.
En el Salón del Prado fueron fusiladas 32 personas el mismo día 2 de mayo, otras 11 personas fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad (Cibeles, Recoletos, Puerta de Alcalá y Buen Suceso). Al día siguiente los franceses fusilaron a 24 personas en la montaña del Príncipe Pío y otros 12 en el Buen Retiro. La cifra exacta de bajas ha sido objeto de gran controversia, pero el historiador Pérez Guzmán, que revisó todos los archivos disponibles en 1908, contabilizó 409 muertos, 39 de ellos militares, y 170 heridos, de los cuales 28 eran militares. El resto de los muertos y heridos eran civiles.6 Aún considerando otros fallecimientos que no fueran registrados (por la confusión del momento o por miedo a represalias francesas) se ha calculado que la cifra total de bajas no superó los 500 muertos, y solo una décima parte de ellos militares.
Consecuencias
Murat pensaba haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, habiéndoles infundido un miedo pavoroso y garantizando para sí mismo la corona de España. Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras. El mismo 2 de mayo por la tarde, en la villa de Móstoles, ante las noticias horribles traídas por los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político, Juan Pérez Villamil, secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra, hizo firmar a los alcaldes del pueblo (Andrés Torrejón y Simón Hernández) un bando en el que se llamaba a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital. Dicho bando haría, de un modo indirecto, comenzar el levantamiento general, cuyos primeros movimientos, aunque posteriormente suspendidos, fueron los que promovieron el corregidor de Talavera de la Reina, Pedro Pérez de la Mula, y el alcalde Mayor de Trujillo, Antonio Martín Rivas. Ambas autoridades prepararon alistamientos de voluntarios, con víveres y armas, y la movilización de tropas, para acudir al auxilio de la capital.
Por su parte, la falta de oposición de la Junta de Gobierno a los franceses y la asunción de su presidencia por el propio Murat el mismo 2 de mayo la sumieron en el descrédito ante la población.7 Se crearon a partir de entonces diversos organismos alternativos, las juntas provinciales y locales, que solo reconocieron la autoridad de Fernando VII y durante el verano se unieron en la Junta Suprema Central.7
El Dos de Mayo en la actualidad
Actualmente es un hecho muy importante e influyente a la hora de conocer acerca de la guerra de independencia española contra los franceses, al ser el periodo que prácticamente inicia dicha guerra. Los acontecimientos del Dos de mayo suelen recibir homenajes todos los aniversarios de dicha fecha. Además se celebra el Día de la Comunidad de Madrid. Entre los homenajes cabe destacar los celebrados con motivo del Primer Centenario en 1908, con la inauguración del conjunto escultórico de bronce Héroes del Dos de Mayo, del escultor Aniceto Marinas, por parte del rey Alfonso XIII; y las celebraciones del Segundo Centenario en 2008. Estas últimas estuvieron protagonizadas por un espectáculo en la plaza de Cibeles del grupo teatral La Fura dels Baus, en el que se narraban los antecedentes históricos del Levantamiento y los fusilamientos del 3 de mayo. También se llevaron a cabo otras actividades culturales, en la capital y en Móstoles. Tradicionalmente, los actos incluyen una ofrenda floral a los héroes en el cementerio de la Florida por parte de los máximos responsables políticos madrileños, un desfile militar en la puerta del Sol con la colocación de una corona de flores a las placas de agradecimiento a los que lucharon aquel dia de 1808, así como a los ciudadanos que ayudaron a las víctimas del atentado del 11 de marzo de 2004, y la ceremonia de entrega de las Medallas del Dos de Mayo en la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.
En la propia casa de Pedro Velarde, en Muriedas (Cantabria), todos los vecinos, junto con las autoridades del ayuntamiento y del gobierno regional de Cantabria celebran una misa en su memoria y se hace una ofrenda floral. Del mismo modo en Sevilla, cuna de Daoiz, un destacamento de artillería rinde honores ante su estatua, que preside la céntrica Plaza del Dos de Mayo.
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