Las mujeres de Salvamento Marítimo que velan por nuestra
seguridad en el mar
PILAR ARRANZ
26 ENE. 2019 10:14
Nuria Bravo - Comandante de helicóptero, Se encarga de
patrullar en el Cantábrico desde el aire. Fotos: FENTON
- A los mandos de un helicóptero, de un barco o desde un centro de control. Las mujeres que forman parte de Salvamento Marítimo velan a diario por la seguridad en nuestras aguas y hacen frente a cualquier emergencia en el mar y la costa. Con motivo del 25 aniversario de este organismo estatal, que ha salvado la vida a miles de personas, hablamos con varias de ellas para conocer cómo es su día a día.
Azucena López Solano aún recuerda la avalancha
de pateras que llegó al Estrecho en 2013: "Nos desbordó,
estuvimos dos días de guardia sin parar de trabajar, las unidades iban de un
rescate a otro sin dormir. En un solo día recogimos a más de 900
personas". En aquel momento López Solano ya era controladora del
Centro de Coordinación de Tarifa, una zona estratégica que conecta el
continente europeo con África. Desde este lugar vigilan y resuelven las
incidencias que se producen en la costa que va desde el litoral granadino de
Almuñécar hasta Ayamonte, en la frontera con Portugal. Con el tiempo, después
de 14 años en el mismo puesto, Azucena se ha acostumbrado a contemplar
ese goteo incesante de personas que atraviesan el Estrecho. El
verano pasado fueron varios los días en los que tuvieron que rescatar a
casi mil personas en una sola jornada. El año no ha empezado mejor: en
Tarifa el tráfico de pateras se ha frenado, pero los que escapan de la miseria
buscan nuevas vías para llegar a España y ahora el punto caliente está en el
mar de Alborán, frente a las costas de Almería y Málaga.
El pasado 14 de enero el buque SAR Mastelero puso
a salvo a 333 inmigrantes. "Las madres te llaman desde alta mar y te ponen
al teléfono a su bebé llorando; necesitas mucha sangre fría para actuar sin que
eso te afecte", cuenta López Solano. "He visto a compañeros echarse a
llorar de impotencia porque no dábamos abasto. Ahora por lo general los que
vienen desde la otra orilla están muy organizados. Nos mandan incluso un
'whatsapp' con su localización exacta y a partir de ese momento coordinamos
todos los medios que tenemos a nuestros alcance: barcos, helicópteros...
incluso pedimos ayuda a embarcaciones particulares que estén por la zona. Nos
implicamos mucho porque esta es una profesión muy vocacional".
Azucena forma parte de Salvamento Marítimo, el
organismo estatal encargado de la búsqueda y rescate de personas, pero
también de la de la prevención y lucha contra la contaminación del
medio marino, del control del tráfico marítimo y del remolque y asistencia
a buques; en definitiva, cualquier emergencia que surja tanto en el mar
como en la costa. Este año se cumplen 25 años de su puesta en
marcha y su éxito lo rubrica una cifra: 350.000 personas han sido
atendidas por este servicio en todo tipo de emergencias (más de 65.000 solo en
2018). Y todo con una plantilla de 1.584 personas (de las que solo 246 son
mujeres), repartidas en varios centros de salvamento por la península.
El Estrecho es un lugar que requiere una
atención especial porque, como explica Azucena, "es muy traicionero, hay
muchas corrientes. Además, esta zona que une el Atlántico y el Mediterráneo,
soporta un tráfico continuo de cargueros, barcos de recreo, cruceros, naves de
pasajeros... No podemos dedicarnos solo a las pateras. También a los pesqueros
se les rompe el motor y los veleros se quedan a la deriva". Ella dejó de
navegar -es piloto de Primera de la Marina Mercante- para coordinar el centro
de Tarifa. "En este trabajo lo importante es mantener la distancia, tener
sangre fría para no desmoronarse y sacar el máximo partido a los medios de los
que dispones".
Las cifras hablan por sí solas, únicamente en el
terreno de la inmigración irregular en 2018 se han superado todos los récords:
Salvamento Marítimo rescató a 57.250 personas, mientras que al menos 769
fallecieron o desaparecieron en esa ruta occidental del Mediterráneo, mucho más
transitada actualmente tras el cierre de los puertos de Malta, Grecia e Italia.
Pero la labor de Salvamento Marítimo no
solo es importante en el Estrecho. Los marineros asturianos aún se sorprenden
cuando, tras sufrir algún percance, advierten que el ángel de la guarda que los
ha rescatado es una mujer. Y además lo hace desde el aire. Se trata de Nuria
Bravo, comandante del helicóptero que la empresa de emergencias aéreas Babcock -contratada
por Salvamento Marítimo para la prestación de su servicio aéreo- opera en
Gijón. Bravo, a la que sus compañeros llaman 'la Comandantesa' es militar en
excedencia y fue la primera mujer en obtener el título de piloto de
helicóptero del Ejército del Aire. "Trabajé en salvamento en tierra y
en seguridad de la Casa Real y Presidencia del Gobierno. Pero cuando me
convertí en madre se me complicó la vida para conciliar, así que me pasé a la
empresa privada. En Babcock me admitieron estando embarazada. Ni yo misma me lo
creía. Abandoné la carrera militar cuando ya tenía tres hijos, ¡que ahora ya
son cuatro! Pero continúo haciendo lo que más me gusta, volar, ahora para
Salvamento Marítimo", relata. Es una de las cinco mujeres que
forman parte de las unidades aéreas de este organismo, poco más del 2% de
la plantilla.
Azucena López Solano - Controladora del Centro de
Coordinación de Tarifa
"En el norte las misiones son diferentes a las del
Estrecho, realizamos sobre todo evacuaciones de marineros y gente que se cae en
los acantilados cuando hay temporal. Llaman la atención las imprudencias que se
cometen, no se tiene respeto al mar, queda mucho inconsciente. En cada temporal
que se produce en el Cantábrico alguien cae desde un acantilado arrastrado por
una ola", comenta la comandante Bravo. "Asumo que es un trabajo de
alto riesgo, y aún más cuando abordamos misiones nocturnas. Resulta muy
complicado rescatar a alguien en la oscuridad, con olas de ocho metros y
vientos de cien kilómetros por hora. En el Cantábrico la meteorología nos juega
malas pasadas. Pero incluso con esas condiciones, en 11 años que llevo en esta
unidad jamás hemos dejado de acudir a una misión. Moralmente es muy duro
abandonar a alguien y negarle asistencia".
Ana Penela - Capitán del buque Punta Salinas
La unidad que dirige Nuria Bravo está
compuesta, además de por la propia comandante, por un copiloto, un operador de
grúa y un rescatador. Hace tan solo unos días tuvieron que auxiliar a unos
percebeiros que habían quedado aislados en una roca cuando su barco se estrelló
contra el acantilado. "Me impresionan especialmente las misiones en las
que están implicados menores. Recuerdo la Navidad de 2011, cuando se hundió un
barco de recreo y desapareció un niño. Tenía turno de noche y salía de
madrugada a buscar el cuerpo del niño, en la oscuridad, volando sin parar. Y lo
peor era que, desde el helicóptero, podía observar a la madre, en el espigón
del puerto, esperando a que recuperáramos el cuerpo de su hijo. Esa imagen no
se me borrará jamás", rememora la comandante Bravo.
A pocos kilómetros de Gijón, en la vecina Avilés, vive Ana
María Penela. Su puesto de trabajo, sin embargo, está en medio del
Atlántico. "Paso un mes en Asturias de descanso y otro en Santa Cruz de
Tenerife, donde tengo mi base", aclara Penela, que es la capitán
del buque Punta Salinas. Ella es una de las 17 mujeres (de una
tripulación total de 808 miembros) que trabaja dentro de un navío en Salvamento
Marítimo. Esta licenciada en Náutica y capitán de la Marina Mercante (la
primera en obtener este título en Asturias), lleva 13 años embarcada en
los buques de color naranja que todos los trabajadores del mar
reconocen como sus salvadores cuando el peligro acecha.
"En este puerto no hemos tenido ninguna misión de
recogida de inmigrantes, nos encargamos del salvamento de barcos y luchamos
contra la contaminación. Nuestra jornada de trabajo se desarrolla de ocho de la
mañana a cinco de la tarde, pero estamos de guardia las 24 horas porque cuando
recibimos un aviso tenemos que salir al mar en menos de 20 minutos. Las 12
personas que formamos la tripulación vivimos y dormimos en el barco; a bordo
solo somos dos mujeres, una miembro de la tripulación y yo. Supone una rareza;
en mi promoción nos licenciamos tres y solo yo continúo navegando", afirma
la comandante Penela.
Control de un millón de kilométros cuadrados de aguas en
Canarias
María Dolores Septién - Jefa del Centro de Coordinación de
Salvamento Marítimo en Tenerife
Si el Punta Salinas tuviera que salir hoy mismo a una misión
la orden partiría de Mª Dolores Septién, jefa del Centro de
Coordinación de Salvamento Marítimo en Tenerife. "En las últimas horas
hemos buscado a un hombre que había caído al mar desde un crucero, rescatado a
un kayak en La Gomera que tenía problemas para acceder a tierra y retirado un objeto
peligroso para la navegación", cuenta Mª Dolores. "Desde este puesto
controlamos un millón de kilómetros cuadrados, así que nuestras tareas varían
muchísimo, desde evacuaciones médicas, hasta rescate marítimo, remolque de
embarcaciones, cuidado del medio ambiente... En este trabajo las jornadas son
de ocho horas, pero tienes que estar localizada las 24 por si ocurre alguna
emergencia", asegura.
Ana María, Nuria, Mª Dolores y Azucena coinciden en que su
profesión se basa en dos pilares: la vocación y la preparación. La segunda
se realiza en el Centro de Formación en Seguridad Marítima Jovellanos de
Gijón. Covadonga Suárez, jefa de formación de esta institución, la
califica como única en Europa porque dispone "de unas instalaciones
impresionantes, piscina con olas de 40 metros, simuladores de navegación...
Nació para mejorar las habilidades de las personas que se dedicaban a
salvamento y hemos crecido hacia otros ámbitos". Covadonga espera, como el
resto de sus compañeras, que la brecha de género se rompa en los
próximos años y que otras mujeres como ellas decidan dedicar su
esfuerzo a la loable tarea de salvar vidas en el océano.
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