LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR

LA MUJER EN LA HISTORIA MILITAR
Damas Legionarias

sábado, 26 de enero de 2019

CUANDO LA MALDAD TIENE NOMBRE DE MUJER: IRMA GRESE "LA PERRA DE BELSEM"



  por José Luis





La palabra alemana Helfer puede traducirse al español como ayudante o asistente. El femenino es Helferin, y su plural Helferinnen, las ayudantes o las asistentes.

A las mujeres alemanes que prestaron apoyo a las fuerzas armadas alemanas (Wehrmacht) sirviendo como ayudantes en diversas tareas se les conoció colectivamente como Helferinnen. Cuando finalizó la IIGM, unas 450.000 mujeres alemanas habían servido como Helferinnen en la Wehrmacht (sin contar enfermeras). Los trabajos que realizaron fueron de diversa naturaleza: desde el empaquetado de paracaídas, predicción del tiempo, brigadas para apagar incendios, y servicios de comunicaciones.

Hubo dos grupos de mujeres que prestaron ayuda en tareas administrativas: uno que lo hizo en la Wehrmacht propiamente dicha (Heer, Luftwaffe y Kriegsmarine), y otro que lo hizo en la Waffen-SS. Las primeras fueron conocidas como Nachrichtenhelferinnen des Heeres, lo que literalmente vendría a significar “ayudantes de comunicaciones del Ejército”, mientras que las segundas lo fueron como SS-Helferinnen, esto es ayudantes de la SS, pues la Waffen-SS pertenecía a la SS, y ésta al partido nazi. El término Nachrichten puede traducirse indistintamente como comunicaciones, inteligencia, noticias y mensajes. Las Helferinnen de ambos grupos citados que trabajaban en la Nachrichtendienst, esto es el servicio de comunicaciones, lo hicieron generalmente como operadoras de teléfono, radio y telégrafo. (1)

Hubo también otro grupo de mujeres, muchísimo menos numeroso que los dos anteriores, que trabajaron inicialmente como guardianas o supervisoras de cárceles y prisiones, y que fueron conocidas como Aufseherinnen. Más tarde, cuando se establecieron los primeros campos de concentración para prisioneras, y desde el momento en que Himmler y su SS se hicieron cargo de la gestión, administración y vigilancia de todos los campos de concentración, estas guardianas o supervisoras pasaron a estar bajo el control y jurisdicción de la SS, y, por consiguiente, fueron conocidas como SS-Aufseherinnen, esto es “guardianas (o supervisoras) de la SS”.

Primeros campos de concentración de mujeres: Moringen y Lichtenberg

Se considera al asilo de pobres (Arbeitshaus) de Moringen como el precursor del primer gran campo de concentración de mujeres nazi, el Campo de Concentración de Ravensbrück. A primeros de abril de 1933, cuando Hitler llevaba poco más de un mes como Canciller del Reich, el asilo de pobres de Moringen se convirtió en un campo de concentración para unos 330 prisioneros que estaban en lo que se llamó situación de “custodia preventiva” (Schutzhaft), bajo control y administración civil (del gobierno provincial de Hannover). El 3 de junio de 1933 llegaron las dos primeras mujeres prisioneras a Moringen en la misma situación de custodia preventiva que sus compañeros varones (2). En un principio se encargó al personal femenino de esta werkhause la vigilancia de las prisioneras, pero a medida que fue aumentando su número se reclutó como Aufseherinnen a mujeres de la Liga (u Organización) de Mujeres Nacionalsocialistas (NS-Frauenschaft) (3). Como fue aumentando paulatinamente el número de prisioneros y prisioneras, el 1 de septiembre del mismo año comenzó la separación de ambos grupos, entonces formado por 369 prisioneros y 25 prisioneras. Dado que el Ministerio de Interior prusiano esperaba la llegada de muchas más mujeres presas a Hannover, el ministerio preguntó al presidente del distrito cuántas mujeres internas podía acomodar Moringen. La respuesta en carta fechada el 25 de septiembre de 1933 estimó la cifra de 400 mujeres. El 12 de octubre el ministro de Interior ordenó a los gobernadores provinciales transferir a Moringen a todas las mujeres en situación de custodia preventiva. El 29 de noviembre de 1933 partió de Moringen con destino al campo de concentración de Oranienburg el último transporte con 168 internos varones. A partir de entonces, Moringen se
convirtió paulatinamente en el principal campo de mujeres de Prusia y Alemania central, funcionando permanentemente como tal hasta el 21 de marzo de 1938. Con el último transporte citado de varones de noviembre de 1933 también se retiró de Moringen a los guardianes de la SS, quedando la vigilancia del campo a cargo de Hugo Crack, director de las Werkhausen, la supervisora (Aufseherin) Rehren, los doctores Brouwer y Wolter-Pecksen para el cuidado médico de las internas, mientras que las guardianas (Aufseherinnen) vinieron de la Liga (u Organización) de Mujeres Nacionalsocialistas (NS-Frauenschaft) (4).
Se estima que Moringen albergó a unas 1.400 prisioneras desde junio de 1933 hasta que fue cerrado en marzo de 1938. Dado que el número de prisioneras en Moringen no paraba de crecer, se creó el campo de concentración de mujeres en Lichtenburg, y el 21 de marzo de 1938 fueron transferidas a este campo las últimas 25 prisioneras de Moringen, que el 15 de agosto de 1940 fue alquilado por la SS como primer campo de jóvenes en custodia preventiva (Jugendschutzlager) (5).

El poderoso castillo medieval de Lichtenburg fue designado en junio de 1933 como “campo de concentración para internos varones”. En agosto de 1937 los prisioneros de Lichtenburg abandonaron el campo para construir el campo de concentración de Buchenwald, cerca de Weimar; y en diciembre del mismo año se mencionó por vez primera a Lichtenburg como “campo de custodia preventiva de mujeres” (Frauenschutzhaftlager). El 15 de diciembre de 1937 se transfirieron 200 prisioneras del campo de Moringen al campo de Lichtenburg. Desde este momento fueron enviadas mujeres de todas las partes del Reich a la “Luz”, tal como se conocía en la jerga de las prisioneras el campo de concentración de Lichtenberg. A diferencia de lo que sucedió en Moringen, la administración del campo de Lichtenburg quedó subordinada a la Inspección de los Campos de Concentración (Inspektion der Konzentrationslager), y de esta forma y por vez primera las guardianas pasaron a depender de la SS. Durante el año y medio de su existencia como campo de concentración de mujeres (se cerró a mediados de mayo de 1939), se estima que Lichtenburg albergó a 1.415 prisioneras (6).

Así pues puede decirse que entre marzo de 1938, cuando se creó el campo de concentración Lichtenburg, y mayo de 1939, cuando se estableció el primer gran campo de concentración de mujeres en Ravensbrück (7), aparecieron las primeras mujeres guardianas SS de campos de concentración: las SS-Aufsherinnen, tal como fueron llamadas en los documentos oficiales (8).

SS-Aufseherinnen

 
Toda la literatura especializada que he consultado como fuente para este artículo coincide al señalar que las SS-Aufseherinnen no eran miembros regulares de la SS. Mailänder escribe que las únicas mujeres que pertenecían al “Clan de la SS” (SS-Sippengemeinschaft) eran las esposas, hijas y hermanas de los miembros de la Orden Negra (Schwarzer Orden). Según Mailänder, las guardianas eran empleadas civiles de la Waffen-SS (9). Otras fuentes dicen que eran empleadas civiles de la SS que pertenecían a la SS-Gefolge, que no era una parte integral de la SS (10). Empleadas civiles de la Waffen-SS eran las mujeres miembros del SS-Helferinnenkorps, una organización para mujeres dentro de la Waffen-SS. Por ello, a diferencia de las SS-Aufseherinnen, las SS-Helferinnen sí eran miembros de pleno derecho de la SS y llevaban las runas de la SS en sus uniformes (11). Las SS-Aufseherinnen, en cambio, vestían uniforme civil, un atuendo gris campo con el águila imperial como emblema nacional en la manga izquierda. Hasta la diferenciación de rangos en 1944, las SS-Aufseherinnen usaban un triángulo negro con una barra en la parte inferior de la manga. (12)

Que las Aufseherinnen no eran miembros de la Waffen-SS está en contradicción, como veremos más adelante, con lo estipulado en uno de los formularios oficiales para la solicitud de trabajo de Aufseherin en el CC de Ravensvrück. Esto pone en cuestión el consenso generalizado existente que afirma que las SS-Aufseherinnen no eran miembros regulares de la SS. De todas formas, esta situación de pertenencia o no, me parece un puro formalismo o mera cuestión semántica en la espesa y compleja fraseología himmleriana. Los hechos incuestionables muestran que las SS-Aufseherinnen eran reclutadas por personal de la SS, entrenadas en Ravensbrück, un campo de concentración de mujeres gestionado y administrado directamente por la SS, y estaban bajo el control y la jurisdicción de la SS. Decir que no formaban parte integral de la SS parece todo un eufemismo. Lo mismo cabe decir de la SS-Gefolge, que era una especie de organización auxiliar de la SS, de la que oficialmente no era parte integral, y a la que pertenecían las SS-Aufseherinnen. Así se da la paradoja de que la organización (SS-Gefolge) y sus miembros (SS-Aufseherinnen, entre otros) no pertenecían oficialmente a la SS, pero, en cambio, estaban bajo el control y jurisdicción de la SS (13).

Tareas y rangos de las SS-Aufseherinnen

Las SS-Aufseherinnen tenían como tareas pasar lista diaria de las prisioneras, asignar a las prisioneras a los destacamentos de trabajo, y la vigilancia de las prisioneras, tanto dentro de los barracones del campo como afuera en sus lugares de trabajo. Tenían menos posibilidades de ascenso que sus colegas varones. Oficialmente, “tras demostrar aptitud y capacidad” una Aufesherin podía llegar a ser nombrada jefa de un campo satélite (Nebenlager), aunque la posición más alta que podía ocupar una Aufesherin en un campo de concentración (Konzentrationslager) era la de supervisora jefe (Oberaufseherin), una especie de superintendente del campo, un rango equivalente al masculino Schutzhaftlagerführer, el segundo rango más alto en un campo de concentración (14). El segundo rango en importancia por debajo del de Oberaufseherin, era su suplente, la llamada stellvertretenden Oberaufseherin, que era quien a partir de 1943 llevaba realmente la gestión de las prisioneras del campo. Luego venía el rango de Rapportführerin, que era considerada la mano derecha de la Oberaufseherin, y estaba encargada del orden y disciplina, reclamaciones, informes diarios del estado y condición de las prisioneras, así como partícipe en la ejecución de las sentencias contra las internas, participando además, en Auschwitz, en la selección de prisioneras para transportar a las cámaras de gas. Le seguía la llamada Kommandoführerin, cuya tarea era la supervisión de los destacamentos de trabajo fuera del campo, armadas con pistolas. A continuación venía la Arrestführerin, cuya tarea principal era la de ejecutar el castigo corporal de las prisioneras. La Blockführerin era la encargada de mantener el orden en los barracones de su bloque, censurar el correo de las internas, e informar a la supervisora del desempeño laboral de las internas. Finalmente estaba la Effektenverwalterin, una supervisora técnica encargada de la distribución y administración de las pertenencias de las prisioneras, que les eran retiradas una vez llegadas al campo (15).

Hasta enero de 1941, Ravensbrück fue el único campo de concentración concebido para mujeres, pero desde entonces y hasta el final de la guerra se crearon 12 campos principales más (Stammlager) donde se recluyó a prisioneras, sin contar los varios cientos de campos satélites (Nebenlager) que también las incluyeron. Los campos principales o Stammlager funcionaban como una entidad independiente y como centro de administración para los campos satélites o Nebenlager. Sin embargo, salvo en Ravensbrück, el resto de los doce campos principales contenían tanto prisioneras como prisioneros, aunque en unidades separadas. Se estima que el número total de SS-Aufseherinnen que trabajaron en los campos de concentración entre mayo de 1939 y mayo de 1945 fue de 3.950. Esta cifra está detallada en los archivos del Memorial de Ravensbrück, conteniendo sus nombres y detalles de identidad. Pero Ravensbrück no fue sólo un Stammlager, sino que hasta septiembre de 1944 también sirvió como campo de entrenamiento de las SS-Aufseherinnen. Teniendo en cuenta que las estadísticas de Ravensbrück no incluyen a las mujeres reclutadas hacia el final de la guerra, es muy probable que la cifra total de SS-Aufseherinnen fuese muy superior a la anteriormente citada (16).

En cuanto al número total de prisioneras que albergaron los campos de concentración, la Oficina Principal de Administración Económica de la SS (SS-Wirtschaftsverwaltungshauptamt) reportó el 15 de agosto de 1944 un total de 145.119 prisioneras (17).

Reclutamiento de las Aufseherinnen

El reclutamiento de las supervisoras de los campos de concentración adquirió tres vías principales: voluntariamente a través de ofertas de trabajo; a través de las oficinas de empleo; y obligadas o convencidas por la compañía donde estaban empleadas que utilizaba prisioneros de campos de concentración. Buggeln cita el estudio de Johannes Schwartz sobre las carreras de 51 antiguas SS-Aufseherinnen, hallando que el 61% (31) lo habían hecho de forma voluntaria, el 31% (16) había sido asignado al trabajo por una autoridad gubernamental; y finalmente el 8% (4) fue asignado al trabajo por el director de la campañía donde trabajaban. A las solicitantes a trabajar como Aufesherinnen no se les requería poseer ninguna destreza profesional en particular porque "se trataba simplemente de custodiar prisioneras". La SS buscaba candidatas con 1,60 metros de altura mínima y edades comprendidas entre los 16 y los 45 años. Tras ser reclutadas firmaban un contrato que las convertía oficialmente en empleadas del estado, y recibían un salario de acuerdo con su escala de pago en el funcionariado de la administración civil. Tras pasar un periodo de prueba de tres meses, las Aufseherinnen recibían un salario base mensual de 135 RM brutos, que al cabo de un año ascendía a 155 RM brutos. Era un salario mayor que el que ganaban las mujeres que trabajaban en otras acitividades públicas o privadas. Por ejemplo, el salario de una empleada en el sector textil en 1944 era de 76 RM brutos al mes, si no era especialista, y 94 RM brutos si lo era; y una trabajadora en la industria siderúrgica ganaba 90 RM brutos al mes (18).

Mailänder cita el estudio de Gudrun Schwarz sobre las fuentes del reclutamiento de las Aufseherinnen que comenzaron a llegar a Ravensbrück (que como hemos dicho, a parte de ser el único Stammlager exclusivo para prisioneras, fue también el centro de entrenamiento para las candidatas a este trabajo) en mayo de 1939. Al margen de las que lo hacían de forma voluntaria presentando solicitudes, encontró que otras mujeres eran reclutadas directamente por la oficina de empleo (Arbeitstamt), otras por las compañías de armamento que empleaban prisioneras de los campos de concentración, y directamente por la SS. También hubo casos donde el reclutamiento respondió a las solicitudes de las propias mujeres en respuesta a anuncios de ofertas de empleo en los periódicos. El historiador Irmtraud Heike descubrió uno de estos anuncios en el Hannoversche Kurier con fecha de agosto de 1944, rezando: "Se buscan trabajadoras de 20-40 años de edad para trabajar en instalaciones militares..." (19).

Un documento de Ravensbrück, sin fecha, cuyo encabezado reza "Solicitud para la posición de Aufseherin" proporciona información sobre prácticas y criterios respecto al reclutamiento de la SS, salarios y posición oficial de estas mujeres en la SS (20):

Edad: 21-45 años.

Las mujeres que están retenidas en el Campo de Concentración de Ravensbrück han cometido un delito contra la Volksgemeinschaft (comunidad nacional) y deben ser aisladas para evitar que cometan más daños. Estas mujeres deben ser supervisadas durante sus deberes laborales dentro y fuera del campo. Como guardiana de campo, no necesita ninguna calificación especial, dado que el puesto sólo implica vigilar a estas internas.

Las Aufseherinnen son empleadas del Reich y estarán retribuidas de acuerdo con los acuerdos salariales para empleados (TO.A). El nivel de salario inicial es el Grupo IX; después de completar un periodo de prueba de tres meses, será clasificada como Grupo VIII. Una Aufseherin no casada de 25 añs de edad recibirá 185,68 RM brutos por mes; tras la deducción de las contribuciones al seguro social, tasas, y otras deducciones y costes estatutarios, el salario neto será de 105,10 RM por mes. Dentro del campo, recibirá comidas comunes (las mismas comidas servidas a las tropas), lo que equivale a 1,20 RM por día.

La ropa de trabajo, como el uniforme de tela y lienzo, así como ropa interior, se proporcionará libre de costes. En cuanto a alojamiento, se le dará vivienda de personal, bien equipada.

Tras demostrar su aptitud y capacidad, tendrá la oportunidad de ser designada como jefa de uno de los sub-campos del Campo de Concentración Ravensbrück, lo que implicará una promoción a la categoría de salario VI.

Su servicio será reconocido como una forma de servicio de guerra. También será un miembro de la Waffen-SS. De esta forma, los prerrequisitos para el puesto requieren que no tenga antecedentes penales y que esté en buenas condiciones de salud. Por tanto, deberá presentar la siguiente documentación:

Certificado policial de buena conducta
Currículum
Fotografía
Certificado médico
Su asignación de la oficina de empleo

El formulario de personal adjunto deberá rellenarse con cuidado y devuelto.Recibirá luego una notificación posterior. No obstante, cualquier decisión final de contratación dependerá de los resultados de un examen médico realizado por el médico del campo. Una vez cumplidos todos los criterios de la solicitud, el empleo comenzará el 1 ó 15 de los meses siguientes.


Como demuestra la frase que he puesto en negrita en la traducción previa, el documento viene a desmentir la afirmación generalizada de que las Aufseherinnen no pertenecían a la Waffen-SS y, por consiguiente, no eran miembros regulares de la SS. Sin embargo, la propia Mailänder afirma que las Aufseherinnen eran miembros auxiliares (weibliches Gefolge), más que miembros plenos de la SS (21). Parece simplemente una distinción puramente semántica. Aparte de lo que ya he señalado más arriba sobre el reclutamiento, control y jurisdicción de las Aufseherinnen, en manos de la SS, está por otra parte la situación al respecto de las SS-Helferinnen. Éstas, tal como demostró Jutta Mühlenberg (22), pertenecían a la Waffen-SS y, como tal, a la SS. ¿Por qué, entonces, estando en la misma situación, tal como recoge el documento de Ravensbrück, no iba a suceder lo mismo con las SS-Aufseherinnen? Los guardianes de los campos de concentración que pertenecían a las unidades de la calavera (SS-Totenkopfverbänden) eran miembros de pleno derecho de la SS. Esto lo afirmó el propio Himmler en 1938 cuando declaró ante sus jefes de la SS: “La Escuadra de Protección [SS] completa consta hoy en día de una serie de ramas, de una diversidad de unidades de tropa y de otras instituciones. Todas estas cosas son muy bonitas. Pero tenemos que procurar, con inaudita unanimidad y sabiduría, que todas estas ramas que hemos construido se sientan siempre y únicamente como parte del conjunto. (…) Cada uno es, en primer lugar, hombre de la SS; después pertenece a la SS General [Allgemeine-SS], a la tropa de disposición [SS-VT], a las unidades de calavera [SS-TV] o al SD” (23). Si las SS-Aufseherinnen eran miembros de la Waffen-SS, al igual que las SS-Helferinnen, entonces, y en mi opinión, deberían serlo igualmente de la SS. Su situación es, cuando menos, discutible.

Llegados a este punto, es momento de abordar el caso de Irma Grese y su papel dentro de las SS-Aufseherinnen.

Irma Grese

Es muy poco lo que se sabe sobre la vida de Irma Grese, y lo poco que se sabe procede de sus propias declaraciones juradas y testimonios en el juicio de Belsen (24) y de los testimonios de personas que estuvieron recluidas en los campos de concentración nazis donde trabajó Grese (25). Que yo sepa y hasta la fecha, sólo se ha publicado una biografía sobre Grese, la correspondiente a Daniel Patrick Brown (26), un profesor de historia en el Moorpark College de California. Hay muchas referencias a Grese en la literatura especializada en la historia sobre las guardianas de los campos de concentración nazis, relativamente escasa, pero no arrojan mucha más luz biográfica que la aportada por Brown.

La Grese ha recibido diferentes calificativos: “La bella bestia de Belsen” (the beautiful beast of Belsen) durante su época y después; las prisioneras la llamaron “el Ángel Azul” (Der Blaue Engel) y “la Hiena de Auschwitz” (Die Hyäne von Auschwitz). Fue la criminal más joven condenada por un tribunal británico a morir ahorcada en el siglo XX.

Fotografía de Irma Grese al poco del inicio de la guerra:


Fuente: http://www.dailymail.co.uk/news/article ... chive.html

En la época del juicio de Belsen:



Fuente: http://www.dailymail.co.uk/news/article ... chive.html

Quizá la foto más extendida de Grese:


Fuente: https://www.findagrave.com/memorial/478 ... llse-grese

Según las declaraciones del juicio de Belsen, Grese nació el 7 de octubre de 1923, siendo la tercera hija de los cinco hijos (3 niñas y 2 niños) del matrimonio Alfred y Berta Grese. Su madre se suicidó cuando Irma tenía 13 años, al parecer por una aventura amorosa de Alfred Grese. Irma dejó la escuela elemental a los 13 años y trabajó durante seis meses en faenas agrícolas en una granja, tras lo cual trabajó durante otros seis meses en una tienda de Luchen. A los 15 años de edad trabajó durante dos años como ayudante de enfermera en un hospital de Hohenluchen. Luego intentó convertirse en enfermera, pero la Oficina de Empleo se lo impidió y la envió a trabajar a una lechería en Fürstenberg. En julio de 1942 intentó nuevamente ser enfermera, pero la Oficina de Empleo lo impidió nuevamente y, pese a las protestas de Irma, fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück, donde se convirtió Aufseherin y permaneció allí hasta marzo de 1943, cuando fue enviada al campo de Birkenau en Auschwitz. Permaneció en Auschwitz hasta enero de 1945, regresando a Ravensbrück por cuatro semanas, para ser enviada finalmente a Belsen en marzo de 1945 (27).

Grese quedó retratada en las declaraciones de las antiguas prisioneras en el juicio de Belsen como una mujer brutal y sádica que golpeó y maltrató a las internas con regularidad. Pese a que en una primera declaración negó estos abusos, en las siguientes declaraciones fue reconociéndolos paulatinamente.

En su primera declaración, Grese dijo que nunca había golpeado o pateado a ninguna prisionera. Que era cierto que había obligado a estar de pie a las prisioneras durante mucho tiempo, pero no hasta que se cayeran. Que había visto a gente golpeada por el Rapportführer (sic) Tauber en Birkenau y por el Rapportführer (sic) Drechsel, quien le dijo una vez que si era necesario ella podía golpear a los prisioneras, pero que nunca lo hizo. Concluyó esta declaración afirmando que las condiciones de los campos de concentración eran malas para todos, incluida la SS. Que sólo se le había permitido ir a su casa durante cinco días cuando acabó su entrenamiento en Ravensbrück. Que fue cuando le dijo a su padre lo de los campos de concentración y que su padre la golpeó y le dijo que nunca regresara a casa. Que Himmler era el responsable de todo lo sucedido, pero que suponía que ella tenía tanta culpa como todos sus superiores. Que las condiciones eran muy malas en Belsen, pero que ella poco podía hacer, aunque hizo lo que pudo para ayudar.

En una declaración posterior, Grese dijo que aunque en su primera declaración había dicho que nunca había golpeado o maltratado a sus prisioneros, había reflexionado y ahora quería confesar que lo había hecho y quería contar la verdad. Que sus tareas en Belsen incluían pasar lista dos veces por semana, que su rango era Kommandoführerin y que estaba empleada como Aufseherin. Y que en esta capacidad era su deber supervisar el aseo y la limpieza general en el campo. Que sus deberes se reducían al campo de mujeres, y que nunca golpeó a los prisioneros durante las tres semanas y media que estuvo en Belsen. Que mientras estuvo en Auschwitz golpeó a prisioneras en el rostro con su mano por usar marmitas (ollas) como cubos de letrinas. Que aunque nunca golpeó a prisioneros en Belsen y que nunca había visto a nadie hacerlo, recordaba haber visto a la Rapportführering Drechsel golpear prisioneras en Auschwitz, y que lo hizo con su mano. Que lo había visto de lejos, pero que fueron golpeadas sólo en la cabeza. Que ella misma no golpeaba con frecuencia a los prisioneros, pero muy frecuentemente cuando hacían algo que no le gustaba.

Que, en general consideraba que había tratado bien a los prisioneros, y que no creía que ninguno de ellos fuese hostil hacia ella mientras trabajó en el campo. Y que ahora se daba cuenta de que todos parecían mostrarse hostiles, y creía que era porque eran hostiles a todos los SS porque no podían olvidar la cantidad de gente de entre ellos que había sido gaseada en Auschwitz. Que pensaba que tenían todo el derecho a mostrarse hostiles.

Dijo que se le había mostrado la fotografía B.U. 3746 que retrataba una mujer con fuertes cicatrices en su rostro que ella creía que se habían causado al golpearla con un palo (o bastón). Que nunca había visto cosa semejante en Belsen, aunque había visto al Unterscharführer Tauber golpear gente de esta forma en Auschwitz, con un bastón. Que había reflexionado de nuevo y deseaba añadir que, de hecho, había golpeado prisioneros sólo con sus manos tal como ya había descrito. Que fue en Auschwitz, donde durante al menos una semana varias de las mujeres SS, ella incluida, tenían pequeños látigos hechos en los talleres del campo, con uno de los cuales había golpeado varias veces a prisioneros antes de que se les retiraran esos látigos por no estar autorizados. Dijo que las mujeres SS nunca llevaban o poseían armas.

También añadió que había castigado a prisioneros haciéndolos estar de rodillas en el suelo por periodos de un cuarto de hora cada vez. Que, al mismo tiempo, no les hizo mantener sus manos por encima de sus cabezas, pero que había visto esto cuando hizo su informe de otra parte del campo en Auschwitz. Y que no conocía los nombres de la gente de Auschwitz responsables de infligir este castigo.

Que recordaba haber dicho en su primera declaración a un oficial inglés que Himmler era el responsable de todo lo sucedido, y que suponía que ella era tan culpable como todos sus superiores. Que con ello quería significar que ser simplemente SS y ver los crímenes cometidos por órdenes de los que tenían autoridad y no hacer nada para protestar o frenarlos, hacía a cualquiera de la SS tan culpable como los demás. Los crímenes a los que se refería eran el gaseo de personas en Auschwitz y la matanza de miles en Belsen por inanición y enfermedad. Consideraba que el crimen fue un asesinato...

En otra posterior declaración, Grese, tras reflexionar, deseaba decir que en tres aspectos las declaraciones que había realizado en su deposición previa no eran correctas. Había declarado en primer lugar que no llevaba armas, pero dijo que de hecho las Aufseherinnen en Auschwitz, ella incluida, llevaban pistolas, aunque su pistola nunca estaba cargada y que no sabía y nunca supo como utilizarla. En segundo lugar, dijo que cuando declaró que la única vez que había usado un arma para golpear prisioneros fue cuando tuvo un látigo durante una semana, que esto no era cierto. Que siempre tuvo un látigo que utilizó con contundencia cuando fue necesario. Y en tercer lugar admitió que también tenía un bastón que, pese a no estar autorizado, utilizaba frecuentemente para golpear prisioneros. Que normalmente lo usaba para golpear en los hombros, pero que a veces, debido a la gran cantidad de gente involucrada, golpeaba en cualquier parte del cuerpo que tuviese a tiro. Que estos golpes eran repentinos, no obedeciendo a ningún castigo deliberadamente organizado, cosa que ella nunca había visto (28).

Las declaraciones de las que habían sido internas en el juicio de Belsen fueron demoledoras para la condena de Grese. Dora Szafran, una polaca judía enviada a Auschwitz en junio de 1943, declaró que había visto a Irma Grese con pistola, una de las pocas guardianas a las que se les permitía portar una pistola. Dijo que en el Bloque 9 del Campo “A”, Grese había disparado dos veces sobre dos chicas que saltaron por la ventana cuando fueron seleccionadas para la cámara de gas, cuando yacían caídas en el suelo. También declaró que, cuando fue transferida a Belsen el 18 de enero de 1945, vio a la Grese golpeando a una chica de forma muy severa.

Ilona Stein, una húngara judía arrestada en junio de 1944 y enviada a Auchswitz, dijo que Kramer, Grese y Mengele tomaron parte en las selección de prisioneras para las cámaras de gas. En una ocasión en que las escogidas se intentaron esconder, fueron descubiertas por Grese y asesinadas a tiros. Stein había visto a Grese golpear y patear severamente a una madre que intentaba llevar a su hija a otro recinto. La vio golpear con frecuencia a las prisioneras en Auchswitz con un látigo. Otra mujer que intentó escapar y unirse a su hija, cuando fue seleccionada para el crematorio, fue descubierta por Grese, quien ordenó matarla. En Belsen, cuando Grese pasaba lista y no le salían las cuentas, mandaba estar de pie a las prisioneras durante horas sin comida, y aunque hiciera frío, lloviera o nevara; incluso a internas enfermas.

Abraham Glinowieski, un polaco judío enviado a Auschwitz en junio de 1942 y transferido a Belsen en el otoño de 1944, dijo que la Grese era la lideresa de campo en el Campo “C”, y que cuando llegó un transporte de Hungría, envió a cientos de personas sanas y enfermas a las cámaras de gas.

Hanka Rozenwayg, una polaca judía enviada a Auchswitz en el verano de 1943, dijo que Grese le había lanzado un perro que desgarró su vestido y le mordió en el cuerpo, mostrando al tribunal las cicatrices.

En fin, testigos y declaraciones en estos sentidos son muy abundantes (29), y todos ellos son coincidentes en el salvajismo y sadismo que Grese mostró hacia sus prisioneras: golpeándolas, pateándolas, hiriéndolas a bastonazos y latigazos, matándolas a tiros, y participando en la selección de prisioneras para ser enviadas a las cámaras de gas. Todos y todas las encausadas, a excepción de Stanislawa Starotska, fueron acusados en el juicio de Belsen del maltrato y muerte de nacionales aliados en Bergen-Belsen entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de 1945, Y Grese, junto con otros 13 acusados y acusadas, fueron acusados de los mismos cargos, pero esta vez en Auschwitz, entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de 1945. Todos los acusados y acusadas se declararon no culpables. Como ya hemos dicho, Grese fue condenada a morir en la horca. La sentencia se ejecutó el 13 de diciembre de 1945. Albert Pierrepoint -el verdugo encargado de ponerle la soga al cuello, taparle la cabeza con un capuchón y accionar la trampilla de la horca- dijo que antes de ese momento fatal, sólo escuchó a Grese decir una única palabra: Schnell! (Rápido!). El cuerpo sin vida de Irma Grese permaneció colgado durante los siguientes 20 minutos en la cámara de ejecución de la cárcel de Hameln antes de ser descolgado, colocado en un ataúd y enviado al patio de la cárcel para su entierro. Irma Grese tenía entonces 22 años de edad.

Los testimonios que sirvieron para sentenciar a muerte a Grese fueron muy cuidadosamente escogidos por la acusación, que intentó por todos los medios ceñirse a la presentación de testigos fiables y hechos objetivos y punibles. Quiero significar con ello que hubo testigos y declaraciones que no fueron llevados ante el tribunal, porque la acusación consideró que sus declaraciones podían ser contraproducentes para sus intereses, esto es para que el tribunal hallara culpables a los acusados. Digo que podían ser contraproducentes por, a primera vista, increíbles. Estas declaraciones de antiguas prisioneras en los campos sobre Irma Grese retrataban a una auténtica depravada y sádica sexual.

“[Irma Grese] Era una de las mujeres más hermosas que jamás haya visto. Su cuerpo era perfecto en cada línea, su rostro claro y angelical, y sus ojos azules los más alegres, los ojos más inocentes que uno pueda imaginar. Y sin embargo, Irma Greze [sic] era la pervertida sexual más depravada, cruel e imaginativa que jamás me encontré. Era la mujer S.S. de más alto rango en Auschwitz y fue mi mala suerte estar bajo su vigilancia durante toda mi vida en el campo”.

Esta frase sobre Irma Grese pertenece a las memorias de la doctora Gisella Perl, publicadas en 1948 bajo el título de I Was a Doctor in Auschwitz (30), que dedicó a la memoria de su esposo e hijo, víctimas del genocidio nazi. Gisella era una rumana judía, médico especializada en ginecología que en 1944 fue deportada, junto con su familia, a Auschwitz, y a quien el doctor Mengele encargó la tarea de trabajar como ginecóloga, sin el material médico imprescindible, de las internas de este campo de concentración y exterminio. Acabó siendo transferida a Bergen-Belsen y tuvo la fortuna de encontrarse entre los supervivientes cuando el campo fue liberado en abril de 1945. Cuando fue liberada se enteró de la muerte de su familia y seguidamente intentó suicidarse envenenándose, afortunadamente sin éxito. En 1947 viajó a Estados Unidos para dar una conferencia patrocinada por unas organizaciones judía, y tres años más tarde se le concedió la ciudadanía americana. Trabajó en el Hospital Monte Sinai de New York (31).

Gisella dedicó un breve capítulo de su libro citado a Irma Grese, describiendo algunos de los rasgos y comportamientos más sádicos y sexualmente depravados de esta infame SS-Aufseherin. Cuenta Gisella que un día estaba tratando a una joven interna de un pecho, que había sido abierto de un latigazo y posteriormente infectado, sin los instrumentos quirúrgicos necesarios y sin anestesia, valiéndose exclusivamente de un cuchillo que debía afilar en una piedra. En estas anormales condiciones, la operación era tremendamente dolorosa y los gritos de dolor de la paciente inevitables. La Grese, con su látigo todavía ensangrentado, estaba sentada en una esquina de la mesa que servía de cama de operaciones, observando cómo Gisella introducía su cuchillo en el pecho de la interna, supurando sangre y pus en todas direcciones. En ese momento Gisella levantó la vista y vio una escena horrible que jamás olvidó en toda su vida. Vio cómo la Grese disfrutaba con su cuerpo convulsionándose hacia adelante y hacia atrás de manera rítmica, sus mejillas enrojecidas y sus ojos completamente abiertos con la mirada rígida y fría de un completo paroxismo sexual. Desde ese día en adelante, Grese hería a latigazos los pechos de jóvenes internas y luego acudía a observar las operaciones de Gisella para entregarse al placer y a los orgasmos que sacudían todo su cuerpo y le hacían correr saliva por la comisura de sus labios (32).

Si las descripciones de Gisella Perl sobre Irma Grese fuesen únicas, entonces sería complicado aceptarlas como veraces y objetivas. Pero ocurre que existen, al menos, dos memorias más de internas que observaron comportamientos similares de Irma Grese, destacando su enorme sadismo y su desenfreno y depravación sexuales: Olga Lengyel (33) e Isabella Leitner (34). Sin embargo, ninguna de estas declaraciones de internas que estuvieron bajo la supervisión de Irma Greese fueron presentadas en el juicio de Belsen.

Pese a su infame notoriedad, Grese no es un caso único de crueldad y sadismo en el trato a las prisioneras. Ahí están los casos de Ilse Koch, la llamada “bruja de Buchenwald” (die Hexe von Buchenwald), Maria Mandel, “la Bestia” (die Biest), o Hermine Braunsteiner, por nombrar algunas de las más infames. Ahora bien, estos casos no sirven para construir un retrato generalizado de crueldad y sadismo mayoritario entre las Aufseherinnen. Al contrario, muchas de estas guardianas mostraron compasión por las internas, intentaron ayudarlas o, en el peor de los casos mostraron indiferencia.

De las 22 SS-Aufseherinnen juzgadas en Belsen, 17 fueron encontradas culpables y 5 no culpables. De las 17 culpables, 3 fueron sentenciadas a muerte (Irma Grese, Juana Borman y Elizabeth Volkenrath), 2 fueron sentenciadas a 15 años de prisión (Herta Ehlert y Helena Kopper), 8 a 10 años (Ilse Forster, Herta Bothe, Irene Hasch, Gertrud Sauer, Hildegard Lobauer, Johanne Roth, Anna Hempel y Stanislawa Starotska), una a 5 años (Gertrude Fiest), otra a tres (Freda Walter), y Hilde Lisiewitz a un año. Sin duda alguna, hubo más actos de crueldad y sadismo entre los guardianes que entre las guardianas de la SS. Sin embargo, y sin duda por su sexo, es más sorprendente por inimaginable la brutalidad y crueldad de las guardianas con las internas.

Hay mucho estudios y teorías que buscan explicar las causas principales del sadismo de guardianes y guardianas de la SS, que analizan sus orígenes sociales y los mecanismos que pusieron en marcha o posibilitaron esta máquina de crueldad (35). Sin embargo, ya he agotado el espacio concebido para este ya largo artículo. Podríamos discutirlo, como cualquier otra cuestión y/o duda relacionada, si algún compañero lo desea y así lo expresa.



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