Actualmente la lengua
íbera es todavía un misterio. Nuestro conocimiento no es nulo pero sí
bastante escaso. Por ello, para acercarnos al mundo íbero tenemos que
hacer uso de los antiguos textos de los historiadores griegos y latinos.
Otra fuente fundamental es el análisis de los restos arqueológicos
(tanto los objetos que han sido descubiertos como los restos humanos).
De todos estos estudios, se ha deducido que la mujer íbera desempeñaba
un papel fundamental en la sociedad tanto en el ámbito familiar, como
madre y esposa, como en la vida pública. Gracias a las representaciones
cerámicas, sabemos que algunas mujeres participaron en festividades
importantes y en rituales religiosos.
El papel de la mujer
en la sociedad ibérica todavía es un tema de debate. En los sistemas
parentesco patrilineales, tan característicos de los antiguos pueblos
del Mediterráneo, la mujer desempeñaba, desde un punto de vista
tradicional, un rol secundario y dependiente del varón. En lo
concerniente al mundo ibérico hay cada vez más datos para valorar su
papel en los distintos ámbitos públicos y privados, más allá de la
esfera doméstica. Por lo general, la mujer era el elemento
imprescindible en la reproducción de la estructura familiar,
transmitiéndose con ella el linaje y el vínculo sanguíneo de generación
en generación. Mientras que corresponde al hombre la transmisión de
derecho o vínculo hereditario, al menos en las sociedades patriarcales
que parecen ser las predominantes en el espacio ibérico.
Fotografía de Miguel Florian
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Para un correcto
enfoque conviene apuntar que la función de la mujer íbera en la sociedad
no era tanto una cuestión de género sino de estatus. Si la mujer
pertenecía a la aristocracia o poseía la suficiente riqueza, su poder e
influencia en los terrenos socio-político, económico y religioso
igualaba al del hombre.
Pese a ser
dependientes del padre y del marido tras el matrimonio, estas mujeres
eran quienes otorgaban el prestigio y el poder a las familias. Según el
historiador romano Salustio, ellas también tenían el derecho a elegir a
sus propios esposos. Si la mujer pertenecía a la aristocracia, no dudaba
en escoger al mejor guerrero. Además, eran las íberas quienes recibían
las herencias y planeaban los matrimonios de sus hijos.
¿Cuál era el papel de la mujer en Iberia?
La función principal
de la mujer era el de protectora del hogar, un rol muy estimado por la
sociedad y considerado de gran importancia debido a la alta mortalidad
infantil y las continuas guerras. El hombre, en cambio, encarnaba el
poder político y militar. Como hemos dicho anteriormente, las mujeres
influyentes y adineradas también participaron en la política en los
conocidos "consejos de mujeres".
La mayoría de mujeres,
aparte de cuidar con esmero sus hogares, trabajaban en el campo junto a
los hombres. De hecho, el historiador griego Estrabón dijo de ellas:
"Las mujeres trabajan en la tierra, paren en el mismo campo y después
siguen trabajando". En situación de guerra, las mujeres debían tomar a
su cargo toda la casa, los campos y los ganados (independientemente de
su condición social).
En los escritos de
Salustio, se hace mención a mujeres que también formaron parte del mundo
del comercio y la producción de tejidos. De hecho, las actividades
domésticas como la costura constituían una tarea exclusivamente
femenina. Así lo demuestra la aparición de agujas, placas de hueso y
demás instrumentos para hilar en las tumbas femeninas. De hecho, existió
más de una gran empresaria en la península ibérica.
La religión desde un punto de vista femenino: diosas y sacerdotisas
Dama de Baza
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La mujer íbera estaba
relacionada con el mundo irracional, místico e incluso mágico. Muchas de
ellas, fueron importantes sacerdotisas. Las íberas eran consideradas
las mediadoras entre el hombre y los antiguos dioses. Se cree que el
sacerdocio estaba compuesto principalmente por mujeres. En las
ceremonias religiosas, la relación entre hombre y mujer era igualitaria.
Incluso, si el rito religioso estaba destinado a una diosa, la mujer se
encontraba en una relación de superioridad frente al varón. Se cree que
en el panteón de los dioses íberos, había una gran variedad de
divinidades femeninas.
Los lugares donde se
llevaban a cabo los ritos religiosos eran muy variados. Las ceremonias
se realizaban en espacios naturales como cuevas o simas y en templos. En
todos estos santuarios existían exvotos con forma de mujer. A veces
eran representadas con pechos y otras veces como mujeres encintas. En el
Cerro de Santos (Albacete) se encontraron grandes esculturas de
sacerdotisas. La gran mayoría de estos espacios sagrados se han asociado
con diosas de la naturaleza y de la fertilidad (algunas de ellas
influenciadas por la cultura griega y fenicia).
La mujer también
formaba parte del lenguaje iconográfico en torno a la muerte. Se cree
que su papel en los rituales de tránsito hacia el más allá era esencial.
Ejemplos son las imágenes que encontramos ciertos pilares-estela o los
restos del santuario ibérico de Coímbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia).
Otro dato importante
es que la prostitución sagrada estaba consentida. Esta práctica provenía
de Oriente y las mujeres que la efectuaban tenían un gran prestigio en
la sociedad.
Mujeres guerreras
A través de la
arqueología, se ha llegado a la conclusión de que la civilización
ibérica, por lo general, estaba muy jerarquizada y era conocida por su
carácter belicoso. A pesar de que los ejércitos estaban formados
principalmente por hombres, algunas mujeres también participaron en la
guerra. Los historiadores clásicos consideraron "heroica" la
participación de la mujer en las guerras contra los púnicos y contra los
romanos.
Matriarcados en la península ibérica
Los antiguos pueblos
de nuestra península eran muy diversos. Los íberos, nombrados
anteriormente, se encontraban en el sur y en el levante de la península y
a pesar de no tener un origen Indo-Europeo, se vieron muy influenciados
por estos pueblos (romanos, griegos…) y por otras civilizaciones del
Mediterráneo como los cartagineses y los fenicios. Es por ello, que la
sociedad íbera tiene aspectos en común con todos estos visitantes y
colonizadores. Una de las características principales de estas
sociedades es que eran patriarcales.
Al igual que ellos,
los pueblos celtas del norte y del centro peninsular (cántabros,
astures, galaicos, celtíberos…) también fueron regidos principalmente
por los hombres.
Sin embargo, en el norte de Iberia, existía un pueblo de origen pre-Indo-Europeo de carácter matriarcal: el pueblo vascón.
El matriarcado
consistía en una sociedad en la que la influencia predominante en el
carácter colectivo del pueblo es la femenina. En las sociedades
matriarcales, las madres y las ancianas encabezaban la familia y tomaban
las decisiones más importantes. Sin embargo, estas antiguas sociedades
no estaban dirigidas única y exclusivamente por mujeres, si no que
reinaba la igualdad. La idea de la existencia de sociedades matriarcales
en el norte durante la época prerromana se fundamenta, en parte, a las
dudosas fuentes historiográficas de Estrabón.
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