Las mujeres
fueron decisivas en la Segunda Guerra Mundial
Millones de mujeres combatieron al régimen nazi de la Alemania de Adolf
Hitler y el mundo recién está comenzando a reconocer su valor.
Lyudmila Pavlichenko, la mejor
francotiradora del Ejército Rojo. | Fotógrafo: Za Rodinu
En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) murieron 40 millones de personas y
hubo más de 100 millones de soldados, aunque los historiadores suelen
omitir el rol de las mujeres en el campo de batalla. Fueron
francotiradoras, pilotos, espías y contruyeron armas, barcos y tanques. Trabajaron
presentes en todos los ámbitos posibles, estuvieron en cada frente, zonas
ocupadas y retaguardia. Desde las guerras de Atenas y Esparta en el siglo
IV A.C., hubo mujeres enroladas en los ejércitos profesionales, pero fue en
esta guerrar que su presencia fue masiva y relevante.
Debido a que la mayoría de hombres adultos y sin impedimentos físicos
fueron enrolados, en Estados Unidos las mujeres alternaron
su ocupación de amas de casa con el trabajo en las fábricas de municiones.
La publicidad a inicios de la década de 1940 las alentaba a trabajar
en favor del Ejército de ese país. El cartel publicitario más conocido de la
época fue el de Rosie, la remachadora, y su famosa frase We can do it. La
propaganda buscaba que las mujeres entraran a las fábricas, sin abandonar a sus
familias. El lema de la campaña: "No hay nada que las mujeres no
puedan hacer".
"Nos escondimos en un campo de trigo, era un día soleado. Y las
metralletas alemanas empezaron a sonar. Recuerdo que en ese momento pensé:
¿Volveré alguna vez a escuchar el susurro del trigo?".
María Afanásievna, técnica sanitaria.
Dos mujeres soldado de la Unión
Soviética durante el Sitio de Leningrado (1943). | Fuente:Vintag.es
Durante la Segunda Guerra, hubo 400 mil mujeres enroladas en el
Ejército de Estados Unidos, según la Sociedad de Historia Militar de Estados
Unidos. Cerca de 60 mil fueron enfermeras con entrenamiento militar. En el
Reino Unido, de las 225 mil mujeres que ingresaron a las fuerzas armadas, tres
cuartas partes fueron voluntarias. Algunas civiles se unieron al Servicio de
Inteligencia Británico (SOE), que las utilizó como agentes secretos y
operadoras de radio subtarráneas en las zonas ocupadas por los nazis.
En su libro Secret War: Story of S.O.E (1993), el
periodista inglés, Nigel West, menciona a la norteamericana Virginia Hall
como una de las espías más peligrosas de esa organización. Ella se ocultó
en Francia por dos años como corresponsal del New York Post, cruzó
los Pirineos a pie y entrenó sola a tres batallones para sabotear lineas
férreas y telefónicas y capturar a 500 soldados alemanes. Todo con una sola
pierna.
"Dejamos de llorar porque para llorar hace falta fuerza. Necesitábamos
esa fuerza para luchar".
Vera Daníltseva, sargento y francotiradora.
Mujeres piloto entrenadas para volar
fortalezas volantes B-17 (uno de los bombarderos más famosos durante la
guerra). | Fuente: U.S. Air Force
En su especial, Canadian Women in the Second World War, CBC
News Canadá recuerda que en ese país (1942) se crearon divisiones femeninas de
la fuerza aérea y la marina. El requisito principal era ser mayor de edad.
Muchas mujeres de 16 o 17 años mintieron para ingresar. Estados Unidos solo
permitía ingresar a las mujeres a partir de los 21 años. Para las ciudadanas
jóvenes, viajar a Canadá era la opción lógica para cumplir con su deber a la patria.
La investigación del historiador Marek Ney-Krwawicz, Women Soldiers
of the Polish Home Amy, menciona que en Polonia los miembros femeninos del
Ejército Nacional llevaron correos y fueron médicos, pero muchas también
levantaron armas y formaron parte de los combates. Una de las más notables fue
Wanda Gertz, que creó y ordenó Dysk, la Unidad de Sabotaje de la
Mujer, batallón que peleó durante el Levantamiento de Varsovia. Por su
valentía, fue galardonada con los premios más altos de su país.
"Cuando terminó la guerra, mi marido y yo nos mudamos a Minsk. No
teníamos nada, ni una sábana ni una taza ni un tenedor. Solo dos gorras y dos
camisas militares".
Valentina Chudaeva, comandante de la unidad de artillería.
En muchos países se alentó a las mujeres
a unirse a las fuerzas armadas o trabajar fabricando armas. | Fuente: War
Production Co-ordinating Committee
Pero fueron las mujeres de la Unión Soviética las que superaron en número a
todos los demás grupos. Casi un millón de mujeres dominaron todas las
especialidades en las filas del Ejército Rojo durante la guerra. Eso supuso un
problema lingüístico: hasta entonces para las palabras 'conductor
de carro de combate', 'infante' o 'tirador' no tenían una conjugación en
femenino, porque nunca antes las mujeres se habían encargado de estas tareas.
El femenino de estas palabras nació en la Segunda Guerra.
Svetlana Alexiévich contó la historia de estas mujeres anónimas (muchas de
ellas menores de edad) en su libro La guerra no tiene rostro de mujer. La
periodista y escritora bielorrusa explicó que su motivación fue que todo
lo que se sabe de la Segunda Guerra ha sido contado por hombres. "Las
mujeres no hablan sobre lo que estamos acostumbrados a leer: cómo unas personas
matan a otras de forma heroica o qué técnica se usó y qué generales habían. En
su guerra no hay héroes ni hazañas, tan solo hay seres humanos involucrados en
una tarea inhumana".
"Recuerdo como arrastrábamos los proyectiles, los cañones, sobre todo
en Ucrania: la tierra era muy pesada en primavera, después de llover se ponía
como una masa de pan".
Valentina Pávlovna, servidora de una pieza antiaérea.
A inicios de la década de 1940, las mujeres debieron luchar el doble:
muchas de las enfermeras soviéticas escaparon de sus casas y superaron
prejuicios para defender a sus países.
La ucraniana Lyudmila Pavlichenko aprendió el oficio de francotiradora de forma
amatur en el club de tiro de la Universidad de Kiev. Se negó a enrolarse en el
cuerpo de enfermeras y finalmente entró a formar parte de la Divisón de
Infantería. Ahí destacó por su puntería. Se cree que más de 2000
francotiradoras sirvieron en el Ejército Rojo, de las cuales solo sobrevivieron
500.
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